CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- Dicen que en la Casa del Arte existe una ánima en pena…hay historias entre los alumnos, sobre todo niños que aseguran ver a una niña jugar en la orilla del techo.
Se logra ver desde el jardín central en la esquina derecha, hacia el lado norte…dicen.
Quienes afirman el avistamiento preguntan ¿mamá qué hace esa niña en el techo?, y describen que les recorre un escalofrío entre los brazos y la espalda, pero no hay padres que logren ver lo que causa la admiración de sus hijos.
En Palacio Federal, los trabajadores se han habituado a los sonidos y movimientos inexplicables de las cosas y dicen que es el alma de la niña que aún pena entre los pasillos de ladrillo rojo en la Casa del Arte.
La historia ocurrió mucho antes de la década de los años 40, en la pequeña Ciudad Victoria sonaba el rumor que se había extraviado una niña.
Era una historia como las que ocurren en los pueblos, donde a una desaparición se le añaden elementos mágicos…A la pequeña le habían buscado por toda la Ciudad; la describían hermosa, de tez blanca y ojos verdes…
La familia se había cansado de buscarla y casi veinte años después, en 1947 cuando el General Raúl Gárate tomó la decisión de remodelar la entonces abandonada Casa del Arte, se develó el misterio.
Los trabajadores que estaban arreglando en su totalidad los techos, el gimnasio y el piso de ese instituto descubrieron en el sótano los retos mortales de un infante.
Remodelar significaba colocar un portón de madera con figuras de futbol americano en el gimnasio, implicaba también quitar todo lo que había en el piso y al retirarlo todo. Encontraron un sótano y ahí encontraron un esqueleto y al investigar de quién era y haciendo cuentas, se dijo que pertenecía al único caso que había ocurrido en la Ciudad donde desapareció una niña adolescente. Se supo que desapareció en los treinta y tantos y nunca la encontraron.
La tragedia más vale olvidarla, las familias crecieron y partieron…
Pero hoy, algunos visitantes de la Casa del Arte, aseguran que han visto a una niña jugar y otros trabajadores cuentan también anécdotas inexplicables.