El aparente estado de calma que vive el ambiente político de Matamoros en realidad esconde arduas labores de negociación que no siempre llegan a buen término.
El diseño de los equipos que acompañan a los aspirantes no ha sido sencillo, y en el caso del IV distrito incluso la selección de los candidatos todavía divide opiniones entre la militancia. Es decir, ninguno ha sido recibido con demasiado entusiasmo al interior de sus partidos.
En el caso del Partido Revolucionario Institucional (PRI) son muchos los que han alertado al enlace territorial, Antonio Martínez Torres, de que la situación está mucho más complicada de lo que él pudo vislumbrar antes de aterrizar a la ciudad.
Por debajo de Chuchín en las encuestas que circulan en los escritorios priistas, sólo aparece Yahleel Abdala, la candidata de Nuevo Laredo, que no ha podido conectar con su partido.
Esta circunstancia no es de extrañar, se trata de dos municipios donde gobierna el Partido Acción Nacional (PAN), con alcaldes que ejercen un importante control político en su territorio.
Lo que todavía lamentan muchos tricolores es que a esta dificultad, en Matamoros se sumó el accionar errático del partido a la hora de designar su candidato.
Jesús de la Garza Díaz del Guante llega como una tercera opción. A Daniel Sampayo Sánchez todavía le lloran muchas viudas, y no faltan quienes siguen añorando la posibilidad de que Erick Silva Santos fuera el candidato, «el único que pudo haber ganado», insisten.
Como sea, en el cuartel del PRI trabajan a marchas forzadas por convertir a Chuchín en un mejor candidato que el que se presentó a la elección local del 2013.
Por el lado del PAN trasciende que en los próximos días se formalizarán algunas renuncias al gobierno municipal, de personajes que participarán activamente en la operación política dentro de la campaña que iniciará en poco menos de un mes.
El reto para ese equipo será cerrar las heridas que se pudieron generar tras la designación de Ramiro Salazar Rodríguez. No debe olvidarse que eran muchos los interesados en obtener la candidatura, mismos que no han mostrado, por lo menos en público, su apoyo para el elegido por el Comité Ejecutivo Nacional.
La fecha de arranque se acerca y parte del trabajo previo que llevan a cabo quienes encabezan las campañas es revisar con lupas las nuevas medidas que deberán cumplir en materia de fiscalización.
Todos coinciden en que como nunca deberán trasparentar cada gasto por pequeño que sea. Con un agravante: por primera vez, el rebase del tope de campañas será motivo suficiente para anular una elección.
Por eso ya son muchos los contadores que trabajan a marcha forzada para diseñar mecanismos que permitan que los recursos fluyan sin incurrir en una irregularidad.
Lo contrario podría costarles muy caro.
Comentarios: mdominguezf@gmail.com
