Siempre nos hemos mofado del Cruz Azul -seguramente ha de ser por su fama y prestigio- pero de un tiempo para acá, debido a la sequía de títulos que pesa sobre esta institución, al grado que los hemos tomado como el hazmerreír del fútbol mexicano.
Claro, ellos cuentan con la ventaja de estar en Primera División y se pueden dar el lujo de llenar estadios y acaparar miradas a donde vayan, además de su constante participación en torneos internacionales.
Y es por eso que podemos decir que el viernes, Correcaminos “la cruzazuleó”, aunque para los que hemos seguido de cerca la historia, el comportamiento y los resultados de este equipo, lo único que podemos decir es que perdió con el sello de la casa.
Correcaminos bien podría acuñar un término más vergonzoso que los cementeros, pues en su historia se acumulan una larguísima seguidilla de fracasos increíbles, insólitos e inverosímiles, como el del viernes, cuando dos ex jugadores de esta institución marcan los goles para darle la vuelta al partido y para colmo, el último de ellos en tiempo de compensación.
Sin pasar por alto cuando un portero les metió un gol en una final que perdieron en penales, donde el portero oootra vez les metió gol. (Y se ríen de Corona).
O cuando llegó como líder general y el León en repechaje los echó fuera con todo y su marca récord de 75 puntos en la temporada.
O cuando pierden dos finales a las que llegaban con ventaja, contra Tigres en el ’97 y con Tecos en el 2014. O peor aún la del ascenso que iban ganando y donde los terminan zarandeando en la vuelta.
Súmele todos los demás que usted se acuerde, aunado a las historias de jugadores que llegan con gran etiqueta y terminan siendo un fiasco, o los borrachales que los contratan con sueldo de Ronaldinho y en lo único que se parecen es en lo trasnochados.
En fin, el equipo va en picada y todo parece que este torneo será una burla, una nueva tomada de pelo a esas a las que la afición ya se acostumbró.




