Aunque él lo niegue, Gustavo Adolfo Cárdenas Gutiérrez ha hecho de la política su negocio principal.
Lo digo porque desde 1993 –tras desertar como militante del Partido Revolucionario Institucional (PRI), al no haber sido postulado candidato a la presidencia municipal de Victoria–, usó como plataforma hasta el 2013 al membrete albiceleste para acceder al poder y ostentarlo dentro o fuera del aparato oficial.
Hace un par de años renunció al Partido Acción Nacional (PAN), por también negarle la candidatura a la alcaldía de Victoria (¡vaya obsesión!), yéndose a refugiar al Movimiento Ciudadano (MC) que es ‘propiedad’ del ex convicto Dante Alfonso Delgado Rannauro.
En el tricolor, ‘La guayaba’ –mote que le fue impuesto en Matamoros a Gustavo por sus vecinos de colonia, condiscípulos de educación media superior y amigos más íntimos–, fue relegado por carecer de confianza y detectarse su proclividad a la traición.
Por eso el rechazo a secundarle su ambición hace poco más de dos décadas.
De ahí que como camaleón cambiara de colores –no de ideología, al menos porque nunca la ha tenido–, y ya en la oposición (al PRI obvio) se haya dejado y deje caer en contra del aparato gubernamental.
Aunque con la excepción de ‘respetar’ a quienes se dobleguen a sus caprichos.
Usufructuando a la organización albiazul, Gustavo logró sus mejores propósitos políticos.
Primero la alcaldía de Victoria (automentándose como ‘El muchacho alegre’) en 1993 –posición conferida en las urnas, hay que reconocerlo–, que es la única que ha obtenido al través del voto.
Luego fue diputado local, senador de la República y diputado federal por la vía plurinominal.
Es decir, no llegó al Poder Legislativo de Tamaulipas ni al Congreso de la Unión por veredicto ciudadano, sino por imposición partidista.
En el ínter, ostentó la presidencia del Comité Directivo Estatal (CDE) de Acción Nacional.
Y ha sido candidato a gobernador en dos ocasiones –1998 y 2004–, resultando apabullado por los priistas Tomás Yarrington Ruvalcaba (en la primera vez) y Eugenio Hernández Flores (en la segunda justa).
Hoy, ya como el saltimbanqui que siempre ha sido –‘chaquetero’, les llaman en la jerga política a quienes cambian de colores partidistas, pero, sé también, que los nombran ‘camaleones’ y/o ‘chapulines’–, cobijado en su propósito de ser diputado federal por el expresidiario Dante –que bajo ningún motivo ni circunstancia resulta ser el poeta florentino Alighieri, con todo y que haya plasmado que el camino a los infiernos “está plagado de buenas intenciones”–, ‘La guayaba’ recurre (nuevamente) a la acusación de que el Gobierno está atrás de la quiebra de sus negocios.
¿Acaso en busca de una indemnización (malsana) por ser él pésimo empresario?
También lo creo.
Pero no acepta que siendo él coordinador general de la Agencia de Servicios a la Comercialización y Desarrollo de Mercados Agropecuarios (Aserca) –durante el régimen presidencial de Felipe Calderón Hinojosa–, se cometieron múltiples actos de corrupción y cohecho (que están harto documentados), hasta el grado de existir un veredicto que lo inhabilita, a él, para ejercer cualquier función en el servicio público.
Sin embargo, con todo cinismo, culpa al Gobierno de la quiebra que presentan sus múltiples negocios, porque, según sus propios dichos, “ya no le mandan clientes para que consuman”.
¿Qué le parece?
PÁJARO DE CUENTA
Hace días el candidato albiceleste a diputado federal por el quinto distrito electoral de Tamaulipas, en Reynosa, culpó de su fracaso empresarial al Gobierno, con golpes de pecho, lloriqueos y moqueando –casi hasta que el lagrimeo lo secundaron los periodistas locales–, porque los ingresos a su cuenta personal han disminuido.
De ahí que rescate algunas opiniones que, de él, tienen quienes han convivido más de cerca con ‘La guayaba’:
La de Ambrosio Garza Dragustinovis, por ejemplo, quien opina:
“Decir que Gustavo Cárdenas es un traidor, un mercenario, un prostituto de la política, un vividor, un mentiroso y un corrupto, nieto, sobrino, hijo, padre, suegro y abuelo de corruptos, la verdad no sorprende a nadie.
“Lo que realmente sorprende es que a estas alturas haya algunos despistados, sobre todo esos que andan con las tripas de fuera, que todavía le crean sus mentiras.
“Y precisamente quienes conocen a Gustavo Cárdenas Gutiérrez simplemente le sacan la vuelta, porque de plano no se le puede ni confiar un costal de alacranes, porque es seguro que los pica.
“Y aquellos que lo están conociendo simplemente prefieren pintar su raya y abandonarlo para no tropezar con la misma piedra.
“Allí tiene como ejemplo lo comentado por Mauricio Maldonado, ahora ex integrante del partido Movimiento Ciudadano…”, quien anunció que abandonada a ese partido para sumarse a las filas de Miguel Ángel González Salum.
“Y abandona al partido y se lleva parte de la estructura, nomás porque conoció de frente y de perfil a Gustavo Cárdenas; y, se dice, que probó de primera mano las hieles de sus traiciones.
“Mauricio Maldonado se suma a larga lista de personajes que han sido traicionados por Gustavo Cárdenas, como sus ‘compadres’ Rachid Ramírez Abraham, Silvano Martínez y cientos de militantes del PAN…
“Sorprende que Mauricio Maldonado se haya dejado envolver y se haya tardado en darse cuenta de la calaña de Gustavo Cárdenas, cuando todos en Tamaulipas saben bien cómo opera Gustavo para engordar sus bolsillos”.
Otra opinión sobre la personalidad de Gustavo que lo ubica cómo es realmente, se dio ante la Comisión de Orden del Comité Directivo Estatal del Partido Acción Nacional, cuando se pidió su expulsión.
No obstante ‘La guayaba’ alega que él renunció a la militancia.
Como fuere, Gustavo sigue siendo el rey de la traición.
Y eso habrá de comprobarlo más temprano que tarde el dueño del Movimiento Ciudadano, quien estuvo encarcelado por más de cuatro años por los delitos de desvío de fondos, cohecho, corrupción y hasta abuso de poder.
POLÍTICA RELEVISTA
Ignoro lo que realmente ocurre en el cuartel general priista –obvio, el nacional–, donde se supone marcan línea a los candidatos al Palacio Legislativo de San Lázaro para ejecutar puntualmente cada directriz.
Pero sí me queda en claro que su estrategia, hasta hoy, no es la adecuada.
Fuera de la agenda cotidiana y un miniresumen de sus actividades, no existe más comunicación con el electorado, por lo que es necesario que el jefe político nacional ya le exija cuentas a los responsables de la operación político-electoral priista, puesto que de otra forma seguiría prevaleciendo la anarquía tricolor en su detrimento.
Sé que en cada distrito electoral hay más jefes que tropa.
Es decir, muchos coordinadores que suelen meterse en todo y nada coordinan; subcoordinadores, enlaces, jefazos y estrategas que a nadie hacen caso.
Hay también marcadas diferencias entre los candidatos a diputados federales, cuyo territorio puntualmente delimitado no respetan, por sentir que las zonas en las que comparten la búsqueda de votos son propiedad exclusiva.
Así de soberbios.
Este llamado de atención surge igual porque algunos pretendientes a ocupar los espacios en juego en el Congreso de la Unión no muestran voluntad para moverse solos –¿por miedo a su coordinador general de campaña?–, exhibiendo su falta de oficio político y ganas de escalar los peldaños tan duros que significan los tiempos en todo proceso electoral.
En fin, en su pecado llevan la penitencia.
CONSEJOS SIMPLES
Los candidatos a diputados federales, obligados están a fortalecer su imagen durante las campañas proselitistas y buscar el voto de todos los ciudadanos que sufragan en sus distritos –incluso de aquellos militantes partidistas ajenos a las instituciones que éstos representan–, sin esperar a que el día de los comicios una fuerza divina induzca sufragios en su favor.
Pero esto nada más se lograría con oficio político, voluntad y cuando existe comunicación abierta y directa con la sociedad.
No con un baño de pueblo.
No con poses demagogas, aunque muchos de los abanderados crean y alardeen que su simple presencia basta y sobra para alzarse con la victoria el día siete de junio próximo.
De ahí que los contendientes, todos –y estoy hablando de los diez partidos que juegan en este hándicap –, por beneficio propio deban asumir la responsabilidad de hablarle al pueblo con la verdad, sin falsas promesas ni palabras huecas, y en un desplante de ética –¿sabrán qué es?)–, se den la oportunidad de escuchar (sin agachar la mirada) las inquietudes de quienes tienen la decisión de que alcancen o no sus objetivos en esta justa.
Y es que un pueblo que es tomado en cuenta puede dar real sustento a la política y restarle poder a la anarquía, al desorden, al rumor y a otros instrumentos de competencia electoral arcaica, que por salud del mismo sistema no debieran reeditarse.
Barullo Ciudadano
Hasta hoy, incluso, en los ocho distritos electorales de Tamaulipas, la gente ya está cansada de que muchos de los candidatos quieran confundirla; que quieran engañarla.
Por eso los ciudadanos que de una u otra forma aparecen como actores principales del proceso comicial quieren estar enterados del alcance y los objetivos de cada abanderado, para no dar lugar a interpretaciones irresponsables que mermen aún más la dañada credibilidad que existe hacia los políticos.
Es aquí, entonces, cuando cobran mayor importancia los medios de comunicación masiva –como Expreso–, que hacen más oportuna y ágil la información generada en el actual proceso, alentando la verdadera construcción de la democracia.
Por tanto, así como avanza la pluralidad, los medios de comunicación y los candidatos deben contribuir a la formación de una conciencia estatal crítica y responsable, sin suspicacias.
La recompensa, claro está, será muy alta: ver a los tamaulipecos comprometidos y actuantes, libres, en el proceso electoral, donde ya no tienen cabida los demagogos ni oportunistas que buscan publicitar cuanta mentira se les ocurre.
leCCión a pretendientes La falta de información oportuna por parte del Instituto Nacional Electoral (INE) y los diez partidos políticos (con registro oficial), es la causa de que millones de ciudadanos desconozcan en qué consiste la responsabilidad de los legisladores.
Y esto lamentablemente daría pie a que en el proceso comicial surja una pléyade de candidatos prometiendo (en campaña) solucionar cuanta demanda social le sea planteada por el electorado, aunque sólo lo hagan de dientes para afuera.
Lo peor del caso es que la práctica del engaño se mantiene vigente.
¿Lo ha notado?
Por ello escudriñé en mi santuario literario, de donde rescato una de las definiciones más acertadas que se han hecho de los diputados.
El axioma corresponde al último ideólogo del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Jesús Reyes Heroles, quien plasmó en un discurso:
“Para ser un buen legislador, es indispensable ser un buen procurador de pueblos.
“Y para ser un buen procurador de pueblos, es indispensable alcanzar la altura de legislador.
“Un diputado se debe a la Nación, pero también se debe a su circunscripción, a su distrito.
“El diputado debe, por igual, en nuestra teoría y nuestra práctica, ser legislador, atender al interés general y ser gestor.
“Y que no nos asuste la palabra gestor.
“No se trata de ser tramitador de negocios, sino de algo mucho mayor; de ser procurador de pueblos, del bien de pequeñas colectividades que han confiado sus intereses a quien, representando a la Nación, representa aquello que para muchos es poco, pero grande: el pequeño beneficio colectivo, la obra común, el servicio social.
“¿Cómo puede un diputado ser auténtico legislador?
“¿Necesariamente tiene que ser jurista?
“La experiencia de los pueblos, su evolución histórica, demuestra que no. Es más, frecuentemente los legisladores más innovadores, más dispuestos a modificar el contexto en que viven, son aquellos que no están constreñidos por la prudencia que exige el saber jurídico.
“Frecuentemente, a los juristas les toca conservar, más que transformar; y a los no juristas hacer que éstos, los juristas, acoplen su espíritu de lógica formal a las ansias de transformación.
“El espíritu de moderación debe ser el del legislador, pues el bien público tiene dos límites: el del exceso y el de la falta, el de lo mucho y el de lo poco.
“Tarea dura la de llegar a ser legislador de un pueblo.
“Se requiere ser humano y, sin embargo, situarse por encima de las pasiones; aprovechar la fertilidad del pensamiento, sin ignorar la dureza de la realidad; equilibrar los intentos de innovación con los sanos propósitos de conservación; legislar para hoy y también para mañana; recoger en las leyes las realidades y hacer que las leyes sirvan para transformar las realidades.
“Equilibrio, sensibilidad, formación política y sentido de la proporción se exigen para llegar a ser un verdadero legislador.
“La ambición es móvil de la acción política; pero la ambición de buena ley, la ambición humana de servir y destacar, no de servirse y parecer”.
Así de simple.
Y hay que tomar la recomendación de quien viene.
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