Cuando ocurre el oprobioso crimen contra Rodolfo Torre el 28 de junio de 2010, desde Los Pinos, Felipe Calderón hizo todo para que se suspendieran las elecciones del 7 de julio, pero los priistas se amarraron y abortaron la aviesas intensiones del entonces presidente, que deseaba colapsar políticamente a Tamaulipas.
En el 2011, cuando estalló el escándalo de las narcofosas en San Fernando, otra vez, Felipe Calderón operó desde diferentes frentes para desaparecer los poderes en Tamaulipas. Desató una campaña mediática en contra de Egidio Torre, pero tampoco prosperó. En el 2011 y 2012 en el marco de las campañas presidenciales, porque así convenía electoralmente a Calderón y al PAN, linchó a Tamaulipas y a toda su clase política. Hicieron perros del mal a los tres últimos ex gobernadores priistas y a una buena parte de la clase política.
Tras los resultados electorales del 2012, en donde el PRI perdió cinco diputaciones, las dos senadurías y la elección presidencial, el Estado entró en un proceso de desgaste. El presidente Enrique Peña Nieto dejó pasar casi seis meses para visitar la entidad, justo cuando era rehén de la delincuencia y la sociedad ya vivía en medio del pánico y la guerra de las bandas delictivas.
Los informes que presentó el enlace y representante Alfonso Navarrete Prida, ante sus jefes, sobre Tamaulipas fueron negativos y dañaron la imagen y determinaron la frialdad que se percibe desde la Federación, la cual parece cada vez mayor.
Estos antecedentes, y estas evidencias que hablan de un divorcio federal con Tamaulipas, mandan mensajes encontrados que confunden a la opinión pública y los actores políticos y económicos de la entidad, y hacen pensar que no hay interés del centro y que la entidad está abandonada a su suerte, en todos los órdenes.
Políticamente, el CEN del PRI se deslindó de Tamaulipas al tardar el nombramiento del delegado que opere las campañas. En materia de seguridad, hay avances, pero la delincuencia, como el dinosaurio de Monterroso, sigue ahí. En lo económico y social, los recortes y los programas sociales impactaron más del 30 por ciento a las finanzas del Estado y ocasionó un trastorno administrativo de consecuencias fatales.
Tamaulipas, geográficamente está ubicado al noreste del país y a simple vista puede representar mucho o nada, pero no pocos analistas empiezan a hablar si vale la pena que el PRI siga aquí como gobierno o que se le dé paso a la alternancia, como ocurre en otras entidades del país.
Tamaulipas es la economía número 11 del país, aporta el 3 por ciento del PIB, el 40 por ciento del comercio internacional entre México y Estados Unidos, entra y sale por el estado. Hay 17 cruces fronterizos, más que ningún estado; igual hay 5 aeropuertos internacionales; se cuenta con dos puertos marítimos: uno comercial (Tampico), uno industrial (Madero); y próximamente otro petrolero que ya se construye en Matamoros. Del IVA nacional, de aquí se le manda a la Secretaría de Hacienda el 5 por ciento.
De los 38 mil millones de pesos de presupuesto que tiene, la Federación le aporta al Estado 10 mil millones de pesos para infraestructura. Por las carreteras de Tamaulipas cruza el 70 por ciento de la droga que llega al mercado gringo. Se tienen 300 kilómetros de frontera con el país más rico y poderoso del mundo, y es vecino de Texas, el Estado más rico de Estados Unidos. Su red carretera está calificada con un 8.5 por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, libre de cuotas, excepto la de Monterrey-N.Laredo y Monterrey-Reynosa.
Son más de 400 kilómetros de litoral con el Golfo de México. La ordeña de ductos de Pemex es una mina de oro. En Sinaloa hay 11 ordeñas, en Veracruz 170 y aquí hay más de 600, dicen la PGR y Petróleos Mexicanos. En el escenario nacional compite con Michoacán como primer estado problema en materia de seguridad. El tercero es Guerrero.
Electoralmente, Tamaulipas le aporta al PRI nacional el 3 por ciento de los votos; un promedio de 400 mil sufragios cada elección federal. Casi nada.
La numeralia, los negocios, los problemas, el marcado desinterés nacional por esta entidad, empieza a ser motivo de análisis allá en el centro del poder, en el DF, donde se toman las decisiones políticas de este país y que marcan los rumbos en los estados.
Tamaulipas vive escenarios políticos atípicos que se empezarán a definir luego de las elecciones de junio, y ya se ponen en la balanza de las conveniencias políticas, si el Estado puede transitar a la alternancia, además de la urgencia de poner orden que reencauce el rumbo que toda la sociedad tamaulipeca está reclamando.
Los resultados de la elección de junio marcarán la ruta a seguir y darán las señales que todos o la mayoría hoy están esperando.
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