27 diciembre, 2025

27 diciembre, 2025

El tío Agapito y su sueño

Polvo del camino

No falta mucho para que Peña Nieto rinda su informe. Si se respeta la fecha ocurrirá el primero de septiembre día que será como cualquier otro, desaparecida que fue, la fiesta que envolvía a los mexicanos, apenas comparable con la celebración de Independencia. Y no es exageración, lo saben, bien que lo saben, quienes nacieron y vivieron aquellos esplendorosos años del tricolor. En tales tiempos se paralizaba la república y sobre ella brillaba la figura del jefe de las instituciones. ¡Qué bonito!, era como la adoración del santo patrono. Por supuesto que Juan Dieguito todavía no alcanzaba la importancia que el Vaticano le prodigó y aunque la hubiera alcanzado, fuera del señor presidente en esa ocasión el milagro del informe existía como irremediable prueba de que por estos andurriales los héroes se hacen a simple golpe de suerte aunque con la bendición divina.

¡Qué bonito!, digo, entonces observar al presidente ir por esas calles bajo lluvias de confeti, en coche descubierto y custodiado por orgullosos aguiluchos del Colegio Militar y agobiados guardaespaldas incapaces de imaginar un atentado de lesa patria.
Música, alegría, sonrisas y globos, muchos globos cuyos colores adornaban el admirado escenario cuya extensión alcanzaba el infinito, en tanto los cronistas del evento ensalzando lo mejor de la tarea anual que se ponía a disposición de la paisanada, no para enjuiciarla, sino para aplaudirla.

¡Qué bonito!, porque era día de fiesta nacional. Ya he platicado de don Agapito de Soto la Marina quien después de tomar el almuerzo preparado por su esposa, mi queridísima tía Lupe que en paz descanse, se instalaba frente al viejo radio de bulbos y en heroica jornada permanecía las horas, atento, sin desperdiciar palabra hasta quedar convencido de que el presidente en turno no había dicho nada de su pueblo. Y sin embargo confiaba en que el próximo año sería diferente. Nunca fue diferente porque jamás se supo que presidente alguno hablara de Soto la Marina y sin embargo el tío Agapito siempre guardó la ilusión que también gobierna.
Entonces la oposición al PRI y al gobierno avanzaba trabajosamente por el túnel de la clandestinidad hasta que Porfirio Muñoz Ledo, recién inaugurado en la izquierda institucional, se atrevió a cuestionar algo sobre democracia y justicia social justo cuando Miguel de la Madrid emitía uno de sus informes. Ellos que habían sido compañeros de aula y alumnos protegidos del maestro Mario de la Cueva en la UNAM, ahora se enfrentaban en singular batalla partidista sin resultados a la vista.

Un poco antes, muchos eufóricos mexicanos tuvimos la oportunidad de aplaudir en el mismito zócalo a López Portillo horas después de anunciar la nacionalización de los bancos. JLP deseaba ratificarse como “el último presidente de la Revolución” y de momento lo logró, aunque más tarde de la Madrid lo convirtió en un sueño de hadas para transformase después en macabra venganza del dinero internacional que todos conocemos.

El asunto es que los informes presidenciales ya no son como antes. Han cambiado tanto que el Ejecutivo ni siquiera comparece ante la representación popular. Está de moda enviarlos al Congreso con cualquier personero y después emitir una especie de mensaje político desde algún lugar donde no hay acceso para los interesados quienes pueden verlo en la tele con el ceremonial respectivo de “chelas” y botanas, siempre y cuando estén dispuestos a soportar las lindas recetas, frases y proclamas para teóricamente vivir mejor. Por supuesto no es lo mismo que un partido de fútbol, aunque el ambiente podría ser igual, digo por aquello de los saludos de la tribuna de sol al árbitro o los recuerdos maternales al entrenador del equipo contrario y en su caso a los jugadores locales que no respondan a la confianza de la fanaticada.

2.-Mientras tanto y contradiciendo un tanto al alcalde de Nuevo Laredo Carlos Cantú-rosas, (“el del error ortográfico en su apellido”, dice el compañero Ambrocio López) el columnista considera que es muy difícil la aparición de un “bronco” en Tamaulipas. Ya se ha dicho en este espacio que la sicología de la paisanada no es la misma que la de los neoloneses, no podría ser con todo y que su historia es similar. Es muy difícil un “bronco” en las próximas elecciones para gobernador insisto, porque en los tamaulipecos no existe el espíritu de rebeldía de los vecinos. Y pruebas hay de sobra.

No habrá “bronco” a pesar de los barruntos publicitarios de Francisco García Cabeza de Vaca o la terca suerte de algunos presidentes municipales y una que otra alcaldesa. Esperar la suicida reacción de algún priista frustrado, ¡menos!, porque sus intereses personales y en algunos casos empresariales, son indisolubles del partido mayoritario. Con otra, en Tamaulipas no existe la costumbre de invertirle a la política, vivir de ella, es diferente para los dinerosos, pero invertirle ¡jamás!. Y ni modo que sea invento.

Así que señoras, señores, nos vamos con la decisión de quien habrá de tomarla y este no será otro que Enrique Peña Nieto.

SUCEDE QUE
Como sucediera con Joaquín Hernández Galicia quien como sabéis fue liberado en razón de su edad, enfermedades y sobre todo porque no tenía ya la capacidad de encabezar una rebelión obrera, igual está a punto de suceder (si no es que ya pasó) con Elba Esther Gordillo quien ya no está en condiciones de oponerse a la mentada reforma educativa cuyo intento le valió la cárcel. No fue por corrupción porque a ese nivel difícilmente alguien arrojaría la primera piedra, sino “por lo otro”.
Y hasta la próxima.

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