Cada vez son más los retos a los que se enfrenta México en la actualidad y que seguramente hacen vislumbrar un panorama incierto. Lo más reciente se observa en el contexto económico, donde los resultados en materia financiera colocan al país en una situación de enorme vulnerabilidad, esto debido a la dependencia que tiene nuestra economía sobre la demanda de bienes y servicios.
Pero valdría la pena hacer un análisis con el propósito de establecer hasta qué punto la situación de depreciación del peso con respecto al dólar es producto de los comportamientos de los mercados internaciones. Porque si bien es cierto que estos mercados marcan la trayectoria de los indicadores financieros de cada uno de los países, también es cierto que la determinación de tales indicadores se fundamenta en la fortaleza de la economía. Cabe hacer mención que al referirnos a la fortaleza de la economía no solamente se hace mención sobre la producción de bienes y servicios, sino que también intervienen aspectos asociados al fortalecimiento institucional y a la estabilidad política del país.
Entonces, los impactos de la devaluación de la moneda China, el fortalecimiento de la economía de Estados Unidos y los problemas de estabilidad de la Unión Europea provocados por Grecia, indudablemente impactan de manera distinta a los diferentes países. En el caso de México, se puede establecer que es una de las economías que más han resentido los efectos de estos fenómenos, creando un entorno complejo para la inversión privada y pública e indudablemente poniendo en riesgo el bienestar de la población. En principio, esos efectos se han acentuado en nuestro país, por el debilitamiento institucional que atraviesa el país producto de los eventos de corrupción en que se han visto involucrados diversos actores políticos y en donde el presidente de la republica también se visto envuelto. Pero también el debilitamiento ha sido el resultado de la creciente percepción de inseguridad que se viven en el país y que sin lugar a duda ha restringido el crecimiento de la inversión en gran parte de él. Es importante establecer que ninguno de estos casos el estado ha emprendido acciones que muestren efectividad que permita mitigar los efectos de tales situaciones. Por lo tanto, estas dos situaciones abonan al debilitamiento de la moneda.
En materia de producción de bienes y servicios, las políticas públicas de nuestro país se han encaminado a promover la exportación y también en fomentar la inversión extranjera directa. En ambas decisiones se encuentra implícito la oferta de mano de obra barata, lo que resulta muy atractivo para los inversión. En este sentido, lo que nuestro país ha promovido desde los años ochentas es la exportación indirecta de mano de obra; es decir, al exportar productos nacionales los mercados internacionales se aprovechan de los bajos costos de producción y al mismo tiempo la inversión extranjera prefiere localizarse en regiones del país donde la mano de obra sea semicalificada y de bajos costos, para de esta manera disminuir sus costos de producción y mejorar su competitividad.
Pero también es de llamar la atención que la política económica del país no le ha importado en ninguna medida regular lo que se produce, principalmente lo de origen nacional. Si nos comparamos con lo que producen los países ricos (carros, aviones, tecnología, medicina, entre otros), nos podemos dar cuenta que nuestro productos son de bajo valor agregado.




