Tres años después, me hubiera gustado ver a otro México.
Sí, me refiero a los tres años que hasta ahora han transcurrido en la administración del Presidente Enrique Peña Nieto, en la antesala de iniciar la segunda mitad de la misma.
Me hubiera gustado, como balance de ese lapso, ver varios “mayores” y varios “menores”.
En el primer caso, me hubiera gustado a estas alturas, por citar sólo algunos ejemplos, ver mayor seguridad pública, mayores índices de bienestar general, mayor generación de empleos y mayor calidad en la educación pública.
De igual manera, en el segundo, ver menores índices de pobreza, menor corrupción y menor amiguismo en la composición del gabinete y en la adjudicación de obra pública.
Sí, me hubiera gustado.
Pero también, al lado de ese buen deseo, también me hubiera gustado en esos tres años ver en mis conciudadanos mayor madurez y mayor cultura. Al lado de eso, me hubiera gustado muchísimo ver en ellos menor irresponsabilidad y menor ligereza en sus valoraciones, que hacen públicas en el uso de una libertad de expresión traducida muchas de las veces en ofensas, escarnios y burlas personales, ajenas a su trabajo institucional.
Hasta ahora, se ha dimensionado en gran parte el trabajo del Presidente y colaboradores que le acompañan en el gobierno federal, a la luz de juicios que en las redes sociales rayan, muchos de ellos, en la estupidez.
En esos medios, se han medido y se miden los alcances de la gestión peñista por el tamaño de su copete, por sus supuestas peleas con su esposa, por sus tropiezos verbales en discursos y entrevistas, por sus confusiones en nombres de municipios y estados y –Dios nos asista– hasta por el color y características de sus calcetines.
Pobres redes sociales. La chabacana visión prevaleciente sobre la labor de Peña Nieto y quienes le acompañan, ha originado que muchos de sus usuarios las hayan acercado demasiado al infantilismo y las hayan alejado del razonamiento, en un abrumador dominio sobre quienes en realidad se preocupan –sin duda los hay– por otorgarles a esas herramientas comunicacionales el valor que merecen para informar, dialogar y hasta para polemizar.
Sí, me hubiera gustado ver otro México al final de la primera mitad de este gobierno federal. Un México que analiza y no sólo se desahoga; un México que aporta soluciones y no sólo se dedica a jugar al error ajeno para sentirse menos culpable de sus propios yerros.
Todo esto me trae a la memoria una frase de Manuel Bartlett Díaz, en sus días como Secretario de Gobernación. “Los mexicanos, dijo, no estamos preparados para la democracia”.
Hoy, esa frase lapidaria encuentra una acepción diferente pero igualmente inquietante: Después de tantos años de estar sometidos a una dictadura maquillada, parece que los mexicanos todavía no estamos acostumbrados a la libertad…
DOS CARRETAS
El Presidente Municipal de Reynosa, José Elías Leal, está en medio de un juego peligroso que ni siquiera ha buscado él.
Sus colaboradores y algunos amigos lo han ubicado en dos carretas al mismo tiempo. Por un lado lo sientan al lado de Alejandro Guevara y por otro lo acomodan hombro con hombro con Baltazar Hinojosa Ochoa. En los dos casos, sin la menor señal de que va por buen camino.
Es un hábil político Pepe Elías. Por eso no se entiende la forma en que ha mordido anzuelos cuya carnada saborean otros…
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