1.- La anticipada lucha por la candidatura del PRI a la gubernatura del estado transcurre en un tono menor y con total monotonía. Todo se reduce a una ronda de fintas, muecas, guiños y escasa palabrería. Algunos aspirantes llegan al estado, circulan, hablan y se van. Son actores de tercera categoría con una ambición de primera.
2.- Los aspirantes no se comportan conforme a reglas de juego conocidas, ni siguen las viejas y probadas normas de los dinosaurios, ni se mueven con la impetuosidad y desvergüenza de los tecnócratas. Transpiran una indolencia que amargan de mediocridad. Su pensamiento y sus acciones son de “medio palo”, y sus discursos son solo bisutería averiada de las añejas bodegas de la demagogia rancia y fosilizada.
3.- La disputa por la postulación ocurre de esta manera, porque los aspirantes proceden del “chambismo”, del escalafón y de la disciplina de la nomina. Son “nominautas” que se asoman con temor a la perspectiva de un liderazgo que se intimida, y no tienen ni las agallas de los políticos veteranos del sistema, ni la prepotencia y arbitrariedad de los tecnócratas de Harvard. Sólo son ambiciosos y audaces en la retórica, pero les falta corazón para serlo en los hechos.
4.- Aspiran a gobernar un estado tan grande, dinámico y complejo como Tamaulipas, pero peleándose poquito. Codician el premio mayor de la lotería política, pero no quieren comprar billetes o los quieren fiados. Quieren que la nominación les caiga del cielo por casualidad, o por algún error, impedimento o defunción de sus competidores.
5.- Con estas actitudes tan mediocres y socarronas, el proceso de selección interna será solo un concurso de simulación entre impostores y figurines. ¿Cómo puede ganar el PRI los comicios, si los aspirantes carecen de protagonismo e imaginación política?. Hay miedo al debate de las ideas. temor a arrugarse el traje y pánico a descomponer la figurita.
6.- Más que arriesgar, luchar y competir, los aspirantes se cuidan de no perder opciones para el “cambalache”. Es esa mentalidad de baratilleros o vendedores en abonos, la que denigra y desprestigia a la política. Se dice que se ambiciona todo, pero se cuidan más en no perder la oportunidad de recoger los desperdicios de la ola, que en asumir el desafio político de pelear por lo principal, con todas las armas y en todas las trincheras.
7.- Algunos aspirantes han pronunciado ya varios discursos en Tamaulipas, y su lenguaje no nos dice nada. El mensaje es neutro, ambiguo y defensivo. Como si los aspirantes quisieran esconder lo que traen en la cabeza, a fin de que no descubramos su orfandad intelectual. Siempre que ellos expelen su pensamiento, muchos tamaulipecos sienten que se empobrecieron al escucharlos.
8.- En la actual coyuntura política que vive el país un “dedazo” a la antigüita no es posible, como tampoco es posible improvisar candidatos sin méritos ni peso específico en la entidad. La decisión tendrá que provenir de un acuerdo entre la cúpula y las bases del PRI, porque no basta el apoyo de arriba si los militantes no respaldan la decisión en las urnas.
9.- En el contexto de estas reflexiones, corresponde entonces a: Carlos Flores Rico, Marco Antonio Bernal, y los demás aspirantes, confirmar desde ahora que reúnen los atributos de líderes con suficiente rango, carisma e imaginación, para llevar al triunfo los colores del PRI en las próximas elecciones por la gubernatura del estado.