KOBANE, Siria.- El cuerpo de Aylan Kurd, el niño sirio ahogado frente a costas de Turquía, el de su hermano Galib y el de su madre fueron enterrados en la ciudad kurdo-siria de Kobane.
Tras las trágicas muertes, ocurridas en el intento de la familia de llegar a Grecia, el padre de los niños, Abdula Kurdi, lleno de dolor, fue recibido por las autoridades turcas y, a primera hora del viernes, los cuerpos de sus parientes fueron llevados en avión a la ciudad sudoriental de Urfa, desde donde cruzaron a Kobane, su lugar de procedencia.
Legisladores turcos acompañaron a Kurdi hasta Kobane. A los periodistas y a un grupo de gente se les impidió pasar un retén a tres kilómetros de la frontera.
Decenas de dolientes se agruparon en torno de los cuerpos cuando los tendieron en la tierra seca y árida. Las paladas de tierra alzaron nubes de polvo.
Kurdi y sus familiares lloraban mientras los cuerpos eran enterrados juntos durante la llamada «Ceremonia de los Mártires».
El hombre rechazó la oferta de Canadá de recibir asilo como refugiado, un asilo que el pasado junio le había sido denegado a su familia por las mismas autoridades de migración canadienses, lo que los llevó a iniciar su mortal travesía desde Bodrum, Turquía, hacia Europa occidental.
La fotografía del cuerpo sin vida, varado en la orilla de una playa, de uno de los niños, Aylan Kurdi, de 3 años, apareció esta semana en periódicos de todo el mundo, provocando la compasión y la indignación ante lo que se percibe como inoperancia de las naciones desarrolladas en la ayuda a los refugiados.
En declaraciones en el cruce fronterizo, Kurdi comentó que esperaba que la muerte de su familia motivara a los Estados árabes a ayudar a los refugiados sirios.
«Quiero que los Gobiernos árabes -no los países europeos- vean (lo que les pasó a) mis hijos y que por ellos ayuden a la gente», señaló mientras las ambulancias trasladaban a los tres cuerpos de Turquía a Siria.
«Deseaba ir a Europa por el bien de sus hijos», comentó su tío Suleiman Kurdi. «Ahora que han muerto, quiere quedarse aquí en Kobane con ellos».
La ruta entre Bodrum y la isla griega Kos es una de las más cortas entre Turquía y el país helénico, pero sigue siendo peligrosa. Cientos de personas al día tratan de cruzarla a pesar de los riesgos bien conocidos.
La agencia de refugiados de la ONU estima que más de 300 mil personas utilizaron rutas marítimas peligrosas en lo que va del año para llegar a Europa. Unas 2 mil 500 perdieron la vida.
Kurdi dijo que la pequeña embarcación en la que viajaban él y su familia volcó momentos después de que el capitán, que fue descrito como un hombre turco, entró en pánico y abandonó el barco, dejándolo a él como capitán de facto en medio de un mar agitado.
En un comunicado de la Policía, filtrado después a la agencia de noticias turca Dogan, Kurdi dio después un relato diferente, negando que haya habido un contrabandista a bordo. Sin embargo, los traficantes de personas a menudo instruyen a los migrantes que si son detectados, deben negar su presencia.
Un legislador canadiense admitió ayer que la familia, que huía del conflicto en Siria, había sido rechazada en un intento de ingresar legalmente a Canadá a pesar de que tenía parientes cercanos que les ofrecieron apoyo financiero y refugio.
Posteriormente el Departamento de Ciudadanía e Inmigración de Canadá dijo que la solicitud fue presentada incompleta y que no cumplía con los requisitos reglamentarios.