El proceso no oficial de selección de candidato del PRI a la gubernatura está fuera de control, los aspirantes van, vienen, prometen, amagan, golpean, soban, pero sobre todo desgastan a quien al final va a ser el abanderado tricolor aún sin nombre, aún muy lejos de definirse.
Así es mis queridos boes, los priistas no han medido las consecuencias que puede tener la batalla soterrada, por debajo de la mesa, pero sangrienta que se está dando en la disputa por la designación para la sucesión de Egidio Torre Cantú.
Es muy evidente que ante la falta de reglas los suspirantes hacen de todo, desde los cumpleaños multitudinarios hasta las giras de agradecimiento, pasando por las reuniones con los amigos, pero sobre todo las patadas a la espinilla de los adversarios, con lo que al final el PRI podría llegar a la contienda constitucional con un candidato ‘cojo’.
Si nos fuéramos con la finta, como pretenden hacerlo generalmente las crónicas pagadas por los aspirantes, hasta podríamos creer que los tricolores gozan de harta unidad, porque generalmente ahí están todos o casi todos en las fotos, como si se quisieran, como si se ‘tragaran’, pero la realidad es otra.
La verdad es que todos van a todas, no por felicitar al cumpleañero, no para palomear el informe en turno, van para intentar robarle reflectores a los oponentes, para hablar quedito con los líderes de opinión y de organismos sociales y empresariales pestes de los que no ven como compañeros de partido, ni como oponentes políticos, sino como verdaderos enemigos.
El riesgo para el PRI, insisto, es que la carnicería que hoy permite entre sus aspirantes le deje como saldo un candidato herido, débil y presa fácil para la oposición que ya se lame los bigotes ante el espectáculo sangriento entre fraternos.
En el PRI tendrían que aterrizar los pies sobre la tierra, reconocer que su media docena de aspirantes tienen apenas una influencia regional, que ninguno de los que se sienten el mesías que tierras cuerudas necesita es pues una figura estatal y que por lo tanto el que gane la interna o el dedazo requerirá de los otros y que esos otros ‘muertos políticamente’ no le van a servir o no le querrán servir llegado el momento.
En el PRI valdría la pena, por su salud política, que recordaran que la que viene será la elección más competida para una gubernatura en Tamaulipas, en la que incluso y según filtraciones fiables, podrían arrancar en una posición francamente desventajosa.
También en el PRI deberían reconocer que las condiciones de inseguridad del país, la precaria e incierta situación económica por la que atravesamos, los escándalos de corrupción de personajes al más alto nivel de ese instituto pegarán a la elección tamaulipeca.
Los aspirantes tendrían que verse menos ‘sobrados’, soberbios pues, porque siendo gobierno en turno en Los Pinos, no han podido llenar las expectativas que ofrecieron.
Ahí en el PRI tendrían que ser conscientes de que la victoria de junio pasado se tiene que leer más que con la euforia de la victoria misma, con la autocrítica que le permiten las estadísticas y reconocer entonces que si llega con esos números a la elección del 2016 habría muchas posibilidades de una derrota, ahora sí histórica.
Por eso insisto, en que tendrían que competir como lo que son: tripulantes de un mismo barco.
Advertidos de que en la elección del año que entra cada voto contará, cada esfuerzo será decisivo y cada traición o enojo podría significar la derrota.
¿De qué le serviría al PRI en el 2016 un Alejandro Guevara Cobos, un Alejandro Etienne, un Enrique Cárdenas, un Baltazar Hinojosa, un Marco Bernal, un Ramiro Ramos o una Paloma Guillén encanijados (el término debe ser encabronados, pero espanta a algunos), que tomen distancia con el candidato ganador o peor que le jueguen las contras?.
En síntesis, urgen reglas en ese proceso que arrancó sin voz de arranque y que los que aspiran han convertido en batalla campal.
No le veo, por ejemplo, tanta ciencia a que Rafael González, dirigente estatal del PRI, los siente a todos a pedir paz y respeto, a delinear una estrategia conjunta que dé como resultado que al final el que gane salga fortalecido y que los que pierdan no sientan que los hicieron perder a la mala.
Repito, por salud propia en el PRI tienen que parar la carnicería ya.
Las últimas pasarelas…
El jueves en Victoria Alejandro Etienne presumió convocatoria, unos 20 alcaldes y los otros aspirantes a la gubernatura, como él, estuvieron para acompañarle en su segundo informe en el que entre líneas se despidió de la alcaldía.
El viernes en Tampico y Madero en los informes de Gustavo Torres y Mario Neri lo mismo, estaban casi todos repartiendo sonrisas.
Los priistas volvieron a desfilar el domingo en Reynosa y en Victoria, primero en el informe de Pepe Elías Leal y luego en el cumpleaños de Enrique Cárdenas, mañana lo harán en el de Ramiro Ramos.
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