Una noche magnífica, con una velada de musical y pirotecnia. La lluvia voló de la Plaza Juárez en una noche diáfana con tiritas de lluvia. Los cohetones y la estela de luces a nuestros ojos en piruetas de fuego y las voces de asombro y la fiesta de la patria. Septiembre es patria por el color vegetal y los sabores de comida entrelazados con la belleza de
las mujeres de acá, de acá de este lado pura mexicana alegría.
Disfrutamos la noche de estrellas prendidas a los cohetes del Mago Zamarrón y sus floridos artificios en el firmamento, Cuadrícula de la plaza pintada de gente, plaza nuestra y querida por sus memorias de ayer y las de ahora con los niños y las niñas de manitas de plata.
La Plaza de Juárez, es el corazon de esta tierra lagar de amores y de calor humano. Repique de campanas al vaivén de las frondas de los árboles y en el bullicio de las urracas que en su algarabía nos bañan de cacas,
plaza trazada a ojo de buen cubero, de pasos alucinados, provincial y humana que nos hace mirarnos cara a cara.
Yo nací a dos cuadras de la Plaza Juárez, y vivo ahora a una cuadra. Es una plaza que gocé de niño y me encanta cruzarla colmada en mis recuerdos, en mi memoria que empieza a tartamudear.
La Noche del Grito, lo viví desde la calle 16, en el tocado de los árboles como si fuera un palomo revestido de viejo.
El paisaje anónimo de fritangas, el agua de colores, las risas, los colores de los labios y las mejillas de las chavas despertadas por cohetones y selladas a besos de locura,
Niños y niñas en los hombros de sus padres, novios de primera vista y rabos verdes ojeando a pie juntillas.
Plaza de septiembre, la eterna plaza de nuestros juegos de infancia, de nuestras promesas de amor. Frente a la iglesia catedral del Sagrado Corazón, junto a los amores míos, mi familia de aquí y allá. ¡Oh, mi querida Plaza de Juárez!.




