Cd. Victoria.- A ojos del priismo regional y nacional la sucesión tamaulipeca 2015-16 tiene visos de acertijo indescifrable. Misterio con varias puntas que se inclina en una o en otra dirección según cuál hebra se jale con mayor destreza.
Quiero pensar el enigma así: demasiados aspirantes por el bando oficial y una duda central en cuanto al fiel (los fieles) de la balanza.
El quid del asunto radica en el procedimiento quiénes deciden y con qué criterios. Sobran razones para que este punto sea el más resbaladizo para los analistas.
Delicioso lío que además tiene su historia a manera de explicación rápida, en tres tiempos:
(1) El predominio de una decisión centralizada desde la fundación del PNR en 1929 hasta el cuarto año de ERNESTO ZEDILLO en 1998, cuando el todavía presidente decide ensayar en un puñado de entidades (Tamaulipas, incluida) la cesión de la facultad decisoria a los mandatarios estatales.
Lo dije en esta columna. Viendo cercano el nubarrón de la alternancia, ZEDILLO se cortó el dedo en cachitos y lo repartió entre los gobernadores priistas que en los años posteriores lo ejercerían a plenitud.
(2) Desde entonces hasta 2015 cuatro candidatos a gobernador fueron nominados siguiendo un criterio local: TOMÁS YARRINGTON (1998), EUGENIO HERNÁNDEZ (2004), RODOLFO y EGIDIO TORRE (2010).
(3) Reglas de juego opuestas pero muy claras que habrían de quedar en entredicho a partir del 2012, con el retorno del PRI a Los Pinos.
En efecto, el dueño del dedo había regresado y la gran pregunta es si reclamaría de manera terminante los cachitos repartidos por ZEDILLO.
EL JUSTO MEDIO
La novedad es que entre dos posturas extremas, PEÑA NIETO haya optado por el pragmatismo y decidido en función de las características propias de cada entidad.
Lo cuál incluye medir caso por caso la fuerza del gobernador saliente, la popularidad de los aspirantes priistas y la viabilidad de los opositores.
El tiempo no pasa en balde. Quiérase que no, la experiencia de los últimos 18 años (1997-2015) dejó un saldo interesante para los operadores locales que crecieron sin la supervisión del centro.
Realidad inocultable la supervivencia de este partido a la derrota del 2000 y su retorno a Palacio Nacional en 2012 se debieron, en buena medida, a la tenacidad de sus gobernadores.
Ellos cargaron con la difícil tarea de cerrar filas y mantener la bandera en alto bajo los sucesivos gobiernos de FOX y CALDERÓN.
No debe extrañarnos, pues, que en la actual plana mayor haya tantos ex gobernadores, empezando por los mexiquenses ENRIQUE PEÑA NIETO, CÉSAR CAMACHO y EMILIO CHUAYFETT.
Sin olvidar a MIGUEL ÁNGEL OSORIO y JESÚS MURILLO KARAM, ex mandatarios de Hidalgo, a ENRIQUE MARTÍNEZ de Coahuila, PEDRO JOAQUÍN COLDWELL de Quintana Roo y hasta MANLIO FABIO BELTRONES de Sonora.
LA MEZCLA JANAMBRE
Y, bueno, que el dedo ya no sea regla de aplicación universal (ni entero ni en cachitos) complica el trabajo de prospectiva.
Ninguna de las sucesiones anteriores puede servir de referencia pues tanto (1) las decisiones de corte tradicional que se operaron desde el altiplano como (2) aquellas que luego procedieron del 15 Juárez han dejado de existir en su estado químicamente puro.
Visto así, el combustible que activará este proceso tiene una mezcla de ambos ingredientes, pero no sabemos en que proporción. Qué tanto es tricolor y qué tanto es naranja.
Mejor aún, dicha proporción cambió drásticamente tras la contienda federal reciente. Las ocho medallas que hoy carga en el pecho el fiel de la balanza naranja le otorgan sin duda mayor contenido regional a dicha mixtura.
No hay recetas y esto hace a la sucesión más estimulante. Es la razón de que (a río revuelto) haya más aspirantes que nunca. Son muchos y andan desatados.
Forma y fondo, por el método hablará el discurso.
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