HOY me permito parafrasear para usted, apreciable lector, la historia aquella en la que “un discípulo de Confucio, el sabio chino, se acercó a él y le preguntó:
—Maestro, ¿para ti cuáles son los elementos esenciales para bien gobernar?
— Ejército, pan y confianza –respondió Confucio.
— Pero, si fuese necesario que omitieras dos de ellos, ¿de cuáles prescindirías?
— Del ejército y el pan… ¡me quedaría con la confianza!
— Pero, ¿quién defendería al pueblo y qué comería éste? –inquirió nuevamente el discípulo.
— El pueblo se sabe defender y alimentar –respondió Confucio–, pero un pueblo que no tiene confianza en sus líderes y gobernantes está perdido”.
Lo anterior nos deja una profunda moraleja: nuestra alternancia democrática reclama a los partidos políticos confianza que genere buenos resultados.
HOY existe un desencanto con nuestra partidocracia, los partidos que gozan de poder económico y político, ya están pensando en sus candidatos para la próxima elección presidencial, viven en la disputa por el poder, mientras en el colectivo social, hay entre los ciudadanos un descrédito y una desconfianza por el desfase de una política vacía de contenidos.
Nuestros políticos tienen una deuda pendiente con el electorado, a pesar de las reformas estructurales, éstas no han llegado acompañadas de una recuperación económico-social, no se palpa en los hogares una mejoría, en la sociedad no se sienten los buenos resultados, en la generación de empleos, en el combate a la delincuencia y a la pobreza extrema, que en algunas regiones ha generado descontento y crispación.
La falta de trasparencia de los recursos y de ataque frontal a la corrupción, generan un círculo vicioso que crea desconfianza, han tenido que ser; Claudia Pavlovich, en Sonora; Jaime Rodríguez “El Bronco” en Nuevo León, y Ricardo Monreal en la Cuauhtémoc, quienes han tomado ‘el toro por los cuernos’ para enfrentar el flagelo de la corrupción que rompe con la confianza ciudadana.
A 15 años del arribo casi plebiscitario de nuestra alternancia democrática, existe una crisis de desconfianza en nuestros representantes formales, que se agrava por la falta acuerdos políticos y en consecuencia de buenos resultados que se sientan en los bolsillos de los mexicanos.
En nuestra democracia son las voces constantes y disonantes de los ciudadanos, aquellas que difieren de nuestra partidocracia, las que enriquecen y fortalecen nuestro sistema político, que en algunas áreas es anacrónico.
HOY, más que nunca, se requiere que nuestros representantes políticos –Senadores, Diputados, Servidores de los tres órdenes de Gobierno– tengan la capacidad para entusiasmarnos, para que emerja una rica participación ciudadana, para hacer lo que durante muchos años no se ha hecho, generar un estado de confianza que mejore sustancialmente la gobernabilidad en el país.
HOY el electorado castiga la ineficiencia con el voto, pero también evalúa y reconoce los buenos resultados políticos que generan confianza, de personajes como: José Calzada Rovirosa, secretario de SAGARPA; Lic. Gerardo Ruiz Esparza, secretario de SCT; Agustín Carstens, gobernador del Banco de México; José Antonio Meade Kuribreña, secretario de Desarrollo Social.
Para el campesino de allá mesmo, la confianza es el secreto para un buen gobierno, porque genera pasión en el trabajo, Paz Social y buenos resultados, al estar abierto a la crítica propositiva y a todas las preguntas.
Resulta que “una mujer quería comprar un número de lotería, pero estaba indecisa, así que va con el joven vendedor y le pregunta: —Mire, quiero jugar a la Lotería, pero la verdad es que no sé cómo escoger los 5 números, tengo confianza en que usted me pueda ayudar. — ¡Claro, cómo no!, –responde el joven, a la vez le pregunta: Dígame: ¿Cuántas veces ha salido del país? —Cuatro veces. — Perfecto, ese es su primer número, el 4.
—¿Cuántos hijos tiene? — 2 hijos. —Ese es su segundo número. ¿Cuántos libros ha leído este año? —5 libros.
—Cuénteme, ¿Cuántas veces al mes hace el amor con su marido? —Oiga, eso es muy personal, ¿no cree?
—Bueno, ¿quiere o no ganar la lotería? — Bueno, bueno… ¡2 veces al mes!
—Ahora que ya entramos en confianza, dígame: ¿Cuántas veces le ha puesto los cuernos a su marido?
—Perdone joven, pero sepa que… ¡Yo no soy de esas mujeres sueltas…!
—Está bien, no se enoje –dice el joven–, eso quiere decir que cero veces; entonces su número es el: 4 2 5 2 0
La mujer compra la serie completa, al día siguiente lo primero que hace es mirar el periódico y encuentra que el número ganador del premio es el: 4 2 5 2 9 y grita:
¡ESO ME PASA POR MENTIROSA!