Nacieron, como sucede con los bebés, puras. O por lo menos lo parecían en ese momento.
El tiempo las fue distorsionando y contaminando de una manera radical, hasta convertirlas en cuna de chantajes, escenario de ambiciones particulares y desde luego, en botín millonario para oportunistas y trepadores.
Por décadas, han sido una herramienta para obtener canonjías que en una aplicación de la clásica Ley del Embudo les otorga, en los beneficios que producen, la parte estrecha a las mayorías y a unos cuantos la parte ancha: las de las ganancias.
Hoy un nuevo caso confirma este escenario. El protagonizado por la Central Campesina Democrática, que desde el lunes pasado plantó en Ciudad Victoria a alrededor de mil 500 personas frente a la SAGARPA y ayer ante la SEDATU, para exigir respuesta a una serie de demandas que rayan en lo absurdo y que de antemano los líderes del movimiento saben que no se pueden cumplir.
Un dato lo ejemplifica. El presupuesto de SAGARPA es de 190 millones de pesos para el actual ejercicio en Tamaulipas y los manifestantes exigen apoyos que superan los mil millones de pesos. Sólo la canasta de los peces multiplicados del Nuevo Testamento podría resolver ese reclamo y desde luego, esa Secretaría no cuenta con ella.
¿Por qué entonces el plantón si saben que esas peticiones no tienen solución?
Porque para los dirigentes lo que menos importa es si los beneficios reales van a parar al patrimonio de los campesinos que dicen representar. La ganancia está en la negociación, lo que convierte a una marcha, plantón o como se llame, en un simple negocio. Vamos, en una empresa. Y de alto rendimiento porque no paga impuestos.
Le daré algunos datos a vuelapluma para tratar de explicar este panorama.
Prácticamente todos los líderes de estas centrales, como lo hacen los “gurús” de algunos partidos políticos, cobran en las nóminas de diversos ayuntamientos y especialmente en la de los gobiernos de los estados. No asombraría a nadie que también lo hagan en la federal.
Son una versión política de filones de oro que producen sistemáticamente en diversas etapas del año, pero son especialmente generosos cuando se acerca un período electoral. Como en Tamaulipas.
Son organizaciones que cumplen con el proceso que exige la administración de
una empresa. Planeación, organización, integración, dirección y control. En ese orden.
Todo está presupuestado:
El costo del transporte en movimiento y en espera, alimentación, cuotas impuestas a los municipios, aportaciones de los quejosos, apoyos individuales a los participantes para compra de artículos personales. Todo con visión gerencial y balances soñados para los contadores, porque sólo producen ganancias. No hay pérdidas porque los líderes no sueltan ni un peso.
No se está descubriendo el hilo negro con esta exposición. Es una práctica tan común como nefasta en México y ésta es sólo un modelo de lo que en la generalidad de los casos sucede. Ponga usted las siglas que prefiera, porque su servidor no quiere hacerle perder el tiempo con una cauda de membretes ultra conocidos en esos terrenos.
Lo siento por los auténticos campesinos, por los productores reales que de buena fe buscan con desesperación auxilio para no perder sus tierras y por lo tanto el sustento de sus familias. Para todos ellos mi solidaridad, pero también mi tristeza por la forma indigna en que son utilizados.
Mañana o pasado regresarán a sus cultivos o pastizales. Lamentablemente lo harán casi como llegaron. Con promesas y sin dinero.
Ojalá sus líderes les dijeran cómo les fue a ellos…
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