El histórico mal paso que suma Correcaminos hasta el momento con un total de seis derrotas en ocho juegos disputados, es sin duda motivo de vergüenza, de coraje e impotencia para sus seguidores, esos que aún sobreviven en las tribunas del Marte R. Gómez, que no suma ni ochocientos espectadores jornada a jornada, aunque el sonido local diga que son casi dos mil.
El cese de Ricardo Cadena supondría una sacudida en todos los sentidos dentro del cuadro naranja, que a fuerza de ser sinceros no ha llegado y quién sabe si llegará.
Pepe Treviño es quien encabeza el intento de resurgimiento del desplumado pajarraco universitario; recordemos a Treviño como entrenador en Honduras, como analista de futbol en la televisión regiomontana y por supuesto, como ex jugador de Correcaminos en la década de los ochentas.
Es justamente esta última etapa de las tres mencionadas, la que algunos -tal vez muchos- recuerdan y no precisamente por la gloria que consiguió dentro del campo junto a sus compañeros y que llevó al equipo a Primera División.
Y es que así como hay gente que la sufre demasiado, hay otros que inclusive la están gozando.
Hay una parte del pasado de Treviño que quién sabe si algunos recuerden, en mi caso seré sincero, ni la sabía, pero nos habla de un jugador líder, pero no de los positivos, sino de uno que orquestó, inclusive, una campaña en contra de algunos jugadores de Ciudad Victoria, que le valieron el apodo de “Pepe Grillo”.
Sí, como aquel personaje de dibujos animados que era la conciencia de Pinocho, ¿lo recuerda?, que le decía, qué era lo que estaba bien y lo que estaba mal al muñeco de madera, aunque éste desobedeciera, pero eso sí, el diminuto personaje cabía dentro de lo que conocemos como “buena influencia”.
Acá, quienes vivieron aquellos momentos recuerdan la ocasión que Treviño se resguardó en el vestidor del Estadio Universitario, pues afuera un grupo de enardecidos seguidores y amigos de los “cepillados” se apostaron para reclamarle y algo más que eso, al regiomontano, su actitud en contra de quienes fueron relegados por el director técnico.
Esa es la razón por la que hay quienes disfrutan, se regocijan y gozan de lo que actualmente le pasa al ave.
Súmele quienes ya se hartaron de los manejos del equipo, de la incongruencia administrativa y deportiva, no tanto de los 20 años en esta división, si por ser el penúltimo lugar de la tabla, por la falta de liderazgo y evasión de responsabilidades, esos que otrora disfrutaban los triunfos y sufrían las derrotas, que pasaron al desencanto, el odio y el siguiente paso será la indiferencia.
Sentimientos a los que el ahora entrenador le atiza con mucho entusiasmo, por ejemplo, con las declaraciones dadas el martes después de la derrota ante San Luis, que significó el décimo primer descalabro de un semestre que suma 14 juegos, donde resumía la actuación de su equipo con un argumento muy flaco: “Es que los jóvenes son muy inmaduros y los veteranos muy viejos”, palabras más, palabras menos, pero esa fue su justificación.
Insisto, y sin que suene a precipitado, pero tal vez esta noche después de las 22:30 horas, será un momento adecuado para analizar si los procedimientos que actualmente se aplican son los adecuados para empezar a planear el futuro cercano, llámese Torneo Clausura 2016, donde la última carta de este sexenio se juega en torno a un proyecto donde se le han invertido más de mil millones de pesos y Correcaminos sigue donde mismo.
@luisdariovera




