El actor se visualiza en las palabras concretas que hacen la poética de la ciudad. Por su dibujo, por espacios que recrean y juegan con el propio paisaje urbano. La ciudad tiene el poder de convocar al trabajo, al amor, a la vida, a la poesía como arte de vivir.
La ciudad entonces adquire la prestancia por los que conviven y transitan en ella, a pesar de los ruidos, de los baños de smog, del chirriar de llantas y el sonar de los claxons, la ciudad se hace para todos, transitar la ciudad en los días de fiesta crea nuevos vínculos que se vitalizan con el afecto de la ciudad. Esta ciudad convive diariamente con su sierra al paseo de las nubes, a la forja de la neblina, en los capiteles de lo verde y la esperanza de mejor vida.
Ver a la ciudad desde la Loma del Santuario es un remanso de paz, una alegoría de los verde en los blanco y gris de sus edificios.
Son campos de árboles entresacados de las casonas y los edificios. Se respira aire puro y aire pesado de color negro, pero se respira a la ciudad.
Quienes llegan a Victoria y se muelen en su calor que mata, quieren huir de sus fauces, pero cuando se aclimatan, cuando siente el calor de la ciudad por sus gentes quedan aquí, plasmados a las calles, a los edificios, a las ventanas, a la vida cotidiana que hace esta poética de mi ciudad, tu ciudad, nuestra ciudad.




