CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- La noche del domingo dos de octubre del año 2005, la vida -futbolística al menos- de México, dejó de ser la misma.
“No sé si para el fútbol mexicano, pero para mí sí… para mí fue un gran logro, eso sí lo tengo presente y la gente lo sigue recordando con mucho cariño, para mí fue un momento muy bonito en mi vida que nada me lo va a borrar… yo lo voy a recordar con mucho aprecio y siempre me va a sacar una sonrisa”, dice Ever Arsenio Guzmán Zavala, delantero de la Selección Mexicana de Fútbol que justo aquella noche marcó de pierna zurda el tercer gol del Tri Sub 17 sobre Brasil para darle a nuestro país el primer campeonato del mundo en el deporte más popular, el que más apasiona, el de mayor arrastre, el espectáculo deportivo que es una religión para el aficionado azteca.
Justo a diez años de distancia, el rostro casi infantil que Ever lucía aquella noche en Lima, Perú, hoy se esconde tras una espesa barba, el grueso timbre de voz sepultó el agudo sonido que explotó de su garganta al minuto 85 en el Estadio Nacional en suelo inca, pero la mirada sigue fija en un objetivo, en el sueño que tenía aquel niño, en el deseo intacto de seguir trascendiendo a través del fútbol.
EL PESO DE LA GLORIA
“Cheno” -apodo derivado de su segundo nombre- hoy carga en su espalda el peso de la gloria, tras haber sido figura clave en la obtención de ese título mundial que hizo vibrar a México, por lo emocionante de cada juego, por lo inesperado del mismo, por el extraordinario fútbol que por primera vez desplegó un representativo azteca en una competencia de esta talla.
Amable, el ahora jugador de Correcaminos accede a la charla: “gracias por el tiempo para esta entrevista” dice previo a la plática donde pone en marcha la memoria que avivará los recuerdos de lo que vivió hace diez años, que se cumplen justo este día, donde junto a jugadores ahora consolidados al día de hoy como Carlos Vela, Giovani Dos Santos, Héctor Moreno, Efraín Juárez, entre otros, todos bajo la dirección técnica de Jesús Ramírez, cuando juntos lograron el Campeonato Mundial.
“Cuando me preguntan del Campeonato del Mundo siempre es una felicidad para mí, saber que ya han pasado diez años y la gente se sigue acordando con mucho cariño, que nos ven con los mejores ojos, da cuenta que fue algo muy importante para todos, eso siempre va a ser muy bonito quedar en la historia del fútbol mexicano”, afirma el oriundo de Moroleón, Guanajuato y que nació el 15 de marzo de 1988.
Guzmán rememora el proceso que inició desde antes con el argentino Humberto Grondona al mando de la Selección Juvenil, la llegada de Jesús Ramírez que revolucionó al grupo con su forma de trabajar, misma que consistía en la fortaleza no sólo física y futbolística, sino mental y de carácter, que al final fue determinante para el objetivo que México buscaba y encontró.
“Desde que Chucho toma la selección, incluso antes porque empezamos con Grondona, él (Chucho) sabía la calidad que había en los compañeros en ese tiempo y se dedicó a meternos en la cabeza que el equipo que iba a ir a Lima iba a ser campeón del mundo y nos hizo trabajar muchísimo pero nos hizo saber que ese esfuerzo iba a valer la pena, entonces sabíamos que lo valdría y desde que llegamos al Mundial fue disfrutarlo” señala.
“El proceso fue difícil creo que éramos bastantes compañeros y todos de muy buena calidad, nada más había 24 lugares iban a quedar muchos fuera, todo ese proceso fue bonito y peleado, el momento que dan la lista sabíamos que teníamos que dar lo mejor” precisa.
Añade “Fue algo muy importante, creo que la preparación física, mental, técnica, táctica, todo lo que trabajamos ahí, sobre todo lo mental fue algo importantísimo para lograr las metas no sólo en el fútbol sino también como personas” relata Ever.
LA TIERRA PROMETIDA
Cuando el grupo de jóvenes y su cuerpo técnico se disponían a volar desde la Ciudad de México hasta Lima, un reducido grupo de reporteros se acercó a entrevistar al entrenador Jesús Ramírez, para cuestionarle sobre las expectativas que tenían de su participación en la Copa del Mundo, a lo que el timonel respondió: “Vamos a ser campeones”.
La respuesta de “Chucho” fue divulgada con sarcasmo, pues nadie imaginaba que nuestro país, nuestros futbolistas, estuvieran cerca no de ser campeones, sino de llegar siquiera a una final.
Ever lo recuerda muy bien y afirma, “Yo creo que como nunca se había dado era difícil creer que México iba a ser campeón del Mundo, sólo nosotros sabíamos lo que nos había costado estar ahí, nadie más lo sabía, por eso nos la creíamos, sabíamos que estábamos muy bien preparados y por eso íbamos con esa ilusión, no le teníamos miedo a nadie, éramos nosotros y disfrutar el momento, dar lo máximo en cada pelota” recuerda.
En plena celebración del 195 aniversario de la Independencia de nuestro país, México debutó el 16 de septiembre frente a Uruguay, cuadro charrúa que dejó la garra olvidada en casa y sumaba la primera de tres derrotas que sufrirá en los únicos tres encuentros que disputaría en este torneo. México ganó 2-0 con goles de Vela y Villaluz.
Tres días después, el cuadro nacional se enfrentaba a Australia y con dos goles de Carlos Vela y uno más de Omar Esparza, provocaban que a más de cuatro mil kilómetros de distancia, los mexicanos ya encendieran los radios y la televisión para seguir de cerca las incidencias de aquellos partidos.
Para cerrar la fase de grupos, Turquía le puso hielo a las ilusiones aztecas, pues el 22 de septiembre México caía 2-1, aunque por primera vez en el torneo, Ever Guzmán había podido iniciar un partido y se hizo presente en el marcador al minuto 11, aunque al ’28 y ’91, los turcos se llevarían los tres puntos.
“También hubo momentos críticos” recuerda Guzmán, “cuando estábamos a punto de quedar fuera con Costa Rica y el equipo se levantó tuvo esa resistencia para aguantar los noventa minutos y al minuto 92 que empatamos y le damos la vuelta, en ese momento supimos que no nos iba a parar nadie”, dice el delantero del choque en el que El Tri estaba a punto de ser eliminado ante los ticos, pero Efraín Juárez dio esperanza en el último suspiro del partido y una bravía reacción en los tiempos extras encabezada precisamente por Ever, que sellaría Vela con el 3-1 definitivo, liquidaba las dudas que México tenía el mejor equipo de la competencia.
Los jugadores no se contagiaron ni del ánimo desmesurado que en México había, ni por las pocas esperanzas que jornada a jornada algunos guardaban, “Nosotros como jugadores nos enfocábamos en disfrutar lo que estábamos viviendo, la convivencia diaria, los entrenamientos, el estudio de los rivales, tal vez el cuerpo técnico así lo decidió y fue lo más sano” señala Ever.
Pero el escollo holandés fue prácticamente un trámite para los nuestros, México le supero ampliamente por 4-0, Guzmán consiguió su tercer gol del torneo, en una victoria que selló Villaluz con un doblete y Moreno con un gol más. El de Ever cayó al ’90 para cerrar la cuenta y provocar la felicidad inmensa para los aficionados en el país.
“En ese momento pensamos, vamos a la final contra Brasil y era la final soñada, la que nosotros queríamos”, recuerda el delantero que portó el 10 en los dorsales.
LA FINAL SOÑADA
“No nos íbamos a conformar, era la final soñada, no sólo queríamos jugarla, íbamos a ser campeones del mundo y jugaríamos a tope para conseguirlo”, dice con un tono firme, convencido todavía de lo que creían, lo que los llevó a coronarse, el hecho inédito que provocó que el mexicano no sólo soñara, creyera que todo es posible.
Enfundado en su tradicional camiseta ‘canarinha’, Brasil saltó a la cancha con récord de cinco partidos jugados, cuatro ganados, sorpresivamente perdió con Gambia en el debut del mundial por 3-1. Un total de 16 goles a favor y ocho en contra y con promesas, en aquel entonces, de la talla de Marcelo y Anderson, entre otros.
México, con la derrota en la fase de grupos ante Turquía y el empate en tiempo reglamentario en cuartos de final frente a Costa Rica, lucía en el papel como víctima y ¿cómo no ser víctima anticipada ante Brasil?, por historia, jerarquía, logros y tradición, los amazónicos eran en el papel más, mucho más que los aztecas.
Pero el sueño que había nacido años atrás, cuando fueron llamados a la Selección Sub 15, que se avivó cuando iniciaron el proceso de la mano de Chucho Ramírez y que se fortaleció a partir del 16 de septiembre, esa noche del dos de octubre había que cristalizarlo, era momento de hacerlo realidad.
Carlos Vela marcó de cabeza el 1-0, después Omar Esparza hizo el 2-0 y lo que era un 0-0 al minuto 30, en tres minutos parecía que México ya lo tenía liquidado.
Ever Guzmán salió de la banca dispuesto a inscribir su nombre en la historia y tendría que ser con letras de oro.
Era el minuto ’85 y es el mismo “Cheno” quien ordena los pensamientos, desempolva diez años en la memoria y revive con brillo las coloridas imágenes creadas al filo de las ocho de la noche en el lienzo verde que pintaba la cancha del Estadio Nacional de Lima. La jugada del 3-0 que decretaba el campeonato mundial para nuestro país.
En las gradas del estadio peruano era un puñado, pero en el mundo eran miles y en suelo mexicano eran millones quienes gritaban emocionados, saltaban contentos, lloraban de felicidad pues por primera vez en la historia el nombre de nuestro país y la palabra campeón se unían en una sola frase para formar una oración que dejaba huella y que, al menos anímicamente, nos haría mejores mexicanos.
ANTES Y DESPUÉS
A diez años de distancia, los seleccionados nacionales han tomado diversos caminos, Carlos Vela, por ejemplo, es uno de los delanteros más prolíficos en Primera División Española, Giovani Dos Santos ya jugó en el Barcelona, también militó en el fútbol inglés y hoy es el máximo referente del Galaxy de Los Ángeles en la MLS. Héctor Moreno forja una carrera sólida en Europa, Efraín Juárez ya jugó en Escocia y es parte de uno de los equipos de mayor presencia en México; Ever por su parte, juega en el Club Correcaminos, equipo que desde hace 20 años milita en la segunda categoría del fútbol mexicano, división en la que el delantero guanajuatense permanece desde el 2009.
Pero la madurez que la vida le ha dado, hace entender a Ever que como todo, es parte de la vida y es una de las realidades del fútbol; “Claro, la gente de fútbol sabemos que este deporte tiene corta memoria, esto se trabaja día a día, hoy puedes salir campeón y el otro año te va mal y estas abajo” reconoce el goleador que marcó cuatro tantos en el torneo donde hace diez años México se coronó campeón del mundo.
Y añade “tenemos que estar al día con los entrenamientos, partido a partido demostrar, uno qué más quisiera estar siempre en primera división, conseguir todo, ser campeón cada torneo, estar en selección, en Europa pero la vida nos ha llevado a todos los compañeros por diferentes caminos que fuimos parte de esta selección, somos una buena familia siempre les he deseado lo mejor a Vela, Giovani, Moreno, Andrade… a todos, uno trabaja siempre por estar en Primera División, hoy me toca estar en liga de ascenso y sigo soñando con volver a Primera”.
Si cuando mencionamos la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, el primer nombre que viene a la memoria es el de Oribe Peralta, en el campeonato mundial juvenil de 2011, Julio Gómez puede ser lo más icónico, lo del 2005 tiene a Ever Guzmán en ese mismo segmento de figuras, aunque él tiene su propio punto de vista: “Pues yo creo que ahí ya quedó la marca independientemente de lo que haya pasado en diez años fuimos protagonistas en la copa del mundo como Vela, Arias, Giovani, Villaluz, Moreno, todos fuimos piezas importantes, éramos un equipo, no eran individualidades era algo parejo todos aportamos, cuando se hable de ese campeonato que se hable de un equipo y no de una persona”, precisa.
Como herencia, Ever cree que el fútbol mexicano debe de tomar como modelo, algo que distinguió a este equipo, “La ambición, esa ambición que tenían todos los jugadores, los que nos tocó jugar, los que no nos tocó jugar tanto, todos teníamos la misma ambición, era un grupo muy unido independientemente del que jugara, esa mentalidad ganadora nos ayudó a conseguir el objetivo y esa mentalidad es la que debe tener el fútbol mexicano no ser conformista pensar en disfrutar y buscar más y más”.
OBJETIVO CLARO
Aunque su carrera no ha podido ser en el máximo circuito, ni en el fútbol del extranjero, Ever cumple su sueño de jugar fútbol, mismo sueño que lo impulsa a pensar que el próximo día, el próximo juego y el próximo torneo será mejor.
”El fútbol como la vida es seguir los sueños, ser persistentes, tener paciencia si las cosas se van a dar se van a dar solitas sólo que hay que buscar la forma que se den, nadie te va a regalar nada, siempre pensando positivo, rodeando de gente que piense así y trabajar bastante”
Aquel dos de octubre de 2005, tras el silbatazo final del árbitro belga Frank de Bleeckere en la final de la Copa del Mundo ante Brasil, Ever tenía algo en mente, “Quería estar con mi familia, quería dedicarles este logro, ellos fueron muy importantes para mí, siempre me ayudaron para viajar a morelia, salir adelante en el fútbol, soñaba con anotar un gol en Primera División, lo logré, estuve varios torneos en primera división, cada etapa la ha estado disfrutando y por eso seguimos aquí dándole”.
Hoy dos de octubre de 2015 a punto de viajar a Juárez para jugar con Correcaminos ante el equipo chihuahuense por la fecha 10 del torneo Apertura en el Ascenso MX, Ever sigue soñando y mantiene fijo ese sueño en su mente “Hacer las cosas de la mejor manera con Correcaminos salir de la mala racha que tiene el equipo, ser parte importante para esta institución, en un futuro salir campeón y demostrar que tenemos calidad y que podemos salir campeón…” así, como lo fue en Perú.