Su historia es de cuento. Empezó en política enfrentando al gobernador de Nuevo León, Alfonso Martínez, en los 80s, y de su mano entró a la política. Luis Donaldo Colosio lo hizo dirigente de la Confederación Nacional Campesina en los 90s. Ganó en 2009 la alcaldía de García con el 75% del voto, sobrevivió dos atentados, y secuestraron y asesinaron a su hijo.
Un pastor le dijo que Dios le daría un regalo –que fue otro hijo- y que no tuviera miedo, porque nada le pasaría. Al terminar su presidencia municipal se fue a su rancho durante siete días, imaginándose qué había hecho Jesucristo durante 40 días y 40 noches en el desierto. No resolvió el misterio, pero regresó con una misión. “Quiero ser gobernador”, le confió a su esposa.
Durante su retiro se topó con el nombre de Daniel Ivoskus en la red, un argentino que se especializaba en software para apoyo a gobiernos municipales. Se fue a escucharlo a una conferencia en Miami y tras contarle su experiencia del uso de la tecnología en García, lo invitó como conferencista en la IV Cumbre Mundial de Comunicación Política en 2013.
A su plática no fueron más de 30 personas, pero cuando caminaba hacia la salida, pasó por un salón de conferencias donde todos brincaban con los bailes, gritos y gesticulaciones del ponente, que había electrificado a la audiencia. Era Guillermo Rentería, publicista mexicano.
Jaime Rodríguez, El Bronco, le platicó su misión pero Rentería lo vio con desdén. En ese momento trabajaba en la campaña de Francisco Kiko Vega en Baja California. Cuando terminara, le dijo, lo llamaría. Seis meses después, para su sorpresa, Kiko Vega gobernador, le habló por teléfono y viajó a Monterrey.
Después de unos días en su rancho, conectaron. Rentería se convirtió en su estratega mercadológico y le hizo los primeros spots, que no costaron nada. Jessica de la Madrid, una experta en mercadotecnia, vinculada hace tiempo al entonces gobernador del estado de México, Enrique Peña Nieto, lo visitó en su rancho y después de 72 horas, también quedó prendida de su magnetismo.
Se convirtieron en sus asesores, sus spin doctors, arquitectos de una campaña que siempre se dijo “ciudadana”.
La última vida política Rodríguez se empapó de ciudadanía. ¿De dónde salió el grito de acción “si estás hasta el tronco, vota por El Bronco”? De un video casero de un joven de 17 años enfadado con la candidata del PRI, dice. ¿De dónde salió el color morado de su campaña? “De mi hija”, recuerda, “que quería que todo fuera moyayo”. ¿De dónde el mercadeo? De un desempleado, afirma, que le pidió permiso para vender camisetas de El Bronco en la puerta de la oficina. ¿De dónde su estrategia de redes sociales? De él mismo, sostiene, de lo que aprendió de Facebook en su retiro de 168 horas en su rancho. ¿De verdad?
Hay quien asegura que la estrategia se la hizo Google pagada por empresarios de Monterrey, que su narrativa está perfectamente estudiada para causar empatía, potenciar las emociones, hacer reír, llorar, y para creer lo increíble, como la historia del elefante enano que sigue a su hijo menor como perro faldero, y que sube por el elevador al departamento que rentó durante la transición.
Hay también quien afirma que la aplastante victoria en las elecciones para gobernador de dos a uno, fue resultado de una operación de compra de votos priistas y panistas en los 30 últimos días de la campaña. La cara sucia y grotesca de la política real, contra la historia de lucha, esfuerzo, desafío y aventura que ha construido. ¿Con quién se queda el electorado?
Hace 10 días, en la ciudad de México, El Bronco fue a dar una conferencia al ITAM, acostumbrado a la presencia de presidentes y secretarios de estado, capitanes de la industria y personalidades. Había filas para entrar al auditorio, que se atascó de estudiantes durante las dos horas de charla.
Cuando terminó de contar la historia de su vida, ahí estaba la respuesta a la pregunta: los jóvenes estaban entregados a él.
El discurso que decían sus adversarios sólo pegaría en la sociedad neoleonesa, pasó la prueba de ácido. Tiene un mensaje empaquetado para cada ciudad o región. “No voy a tapar baches en Nuevo León”, jugó con la pesadilla de los automovilistas de la ciudad de México. “Yo voy a mandar a los jóvenes a las escuelas”.
Si El Bronco fue realmente un candidato independiente o no, ¿a quién le importa hoy? Jaime Rodríguez tiene ese magnetismo que atrapa y cautiva, que seduce con su voz de trueno y lengua penetrante. Está lleno de anécdotas, como la canción que le regaló Vicente Fernández para su hijo menor, después de una borrachera de siete horas “donde nos dijimos todas nuestras netas”, y que grabó en su teléfono para dejárselo como herencia. ¿Es cierta? ¿Importa?
El Bronco conecta con una sociedad hambrienta de políticos frescos, que le ofrezca el cielo azul.
Este domingo se convertirá en gobernador para empezar a demostrar que su palabra vale. No tendrá problema.
La administración del día con día se la dejará a políticos experimentados conectados, al menos dos de ellos, al Grupo Monterrey.
Él estará en las calles, platicando con la gente, con dichos, groserías y, aunque no lo dice, arrancando su campaña presidencial.
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