MÉXICO, DF.- Los migrantes que dejan atrás sus países y adoptan en sus viajes ciertos bienes y servicios han incrementado las ganancias de algunos sectores.
La venta de chalecos salvavidas se disparó en Bagdad por la creciente demanda de iraquíes que buscan llegar a Europa mediante peligrosas travesías marítimas.
«La demanda de salvavidas se ha disparado», afirmó a la Agencia France Press Jawad Tawfik, propietario de un comercio en la capital iraquí que vende desde hace 30 años artículos deportivos.
Para quienes cruzan el Mar Mediterráneo el chaleco salvavidas es indispensable porque las embarcaciones, generalmente precarias, en las que viajan no siempre tienen suficientes a bordo.
Muchos de los que no saben nadar se han ahogado.
Además, su precio es menor en Irak que en Turquía, desde donde suele iniciarse la peligrosa travesía hacia Grecia, la puerta para luego llegar a Europa Occidental o del Norte.
La mayoría de los comercios de artículos deportivos se encuentran en la calle Rachid de Bagdad.
Amer trabaja en una de estas tiendas y le explica a los clientes que los chalecos salvavidas que vende son para alberca o ríos, pero no para el mar.
La advertencia disuade a algunos, pero no a todos, en especial a los jóvenes, que son la mayor parte de la clientela.
Para incrementar sus posibilidades de supervivencia en el mar, algunos de los migrantes toman clases de natación.
Ali Mahdi Alwan, un instructor de 52 años, antiguo miembro del equipo de natación del Ejército iraquí, asegura que 15 personas se han inscrito a estos cursos antes de dejar Irak.
«Éste es el segundo grupo que entreno», dijo.
Más de 9 mil iraquíes han llegado a Grecia entre enero y agosto, el quinto mayor grupo por nacionalidades, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
El flujo de migrantes que llegan diariamente a la frontera austríaca son un buen negocio para los taxistas locales, autorizados a transportarlos a través de este país centroeuropeo.
«Antes, estaba contento de ganar 150 euros (2 mil 800 pesos) en 12 horas. Ahora es lo que facturo por una sola carrera hasta Viena», explicó a la agencia gala Mohammed Altintop, de 30 años.
La tarifa no varía según el número de pasajeros y se aplica a todos los conductores. De acuerdo con el taxista vienés, es el precio normal para este trayecto de 80 kilómetros.
A pesar de los camiones gratuitos y trenes con destino a Viena, los migrantes apurados no dudan en tomar los taxis.
«Normalmente hago dos o tres viajes diarios», señaló Altintop, es decir que gana unos 450 euros (8 mil 500 pesos aproximadamente) al día.
Su compañero Kevin Wittmann, de 23 años, pasó de trabajar el fin de semana a conducir de tiempo completo, para poder cobrar por traslado 170 euros, cerca de 3 mil 200 pesos al tipo de cambio actual.
«Hace tres semanas que vengo y conduzco todo lo que puedo. Los negocios van bien y pienso que durarán», argumentó Wittmann.
El cierre por parte de Hungría de su frontera con Serbia a mediados de septiembre redujo considerablemente el flujo de clientes durante varios días, pero los negocios volvieron rápidamente.
Entre mil y 2 mil 500 personas llegan en trenes desde la frontera croata.
«Hace un mes que dura esto. El ‘negocio’ circuló de boca en boca y por Facebook, y ahora toda Viena viene aquí», afirmó Altintop.
Austria decidió a principios de septiembre, de acuerdo con Berlín, facilitar la acogida y el tránsito hacia Alemania de migrantes, con lo que los taxistas profesionales pueden transportar sin riegos a los refugiados.
«No tenemos el derecho de conducir migrantes hasta Alemania, solo hasta Salzburgo (ciudad austríaca situada en la frontera).
Hace un mes, muchos aún lo hacían», aseguró Altintop.
La introducción de controles en la frontera por parte de Alemania añadió riesgo a este práctica, a pesar de los 600 euros, casi 11 mil 400 pesos, por el trayecto de 400 kilómetros, explicó.
Según Altintop, la mayoría de los refugiados que transporta abandonaron sus hogares por la guerra y no por la pobreza.
«Tienen dinero, no son pobres», señaló Altintop.
«Pueden pagar el traslado sin problemas», coincidió Wittmann.
Los teléfonos inteligentes son el objeto más vital para los migrantes durante su travesía.
En gran medida dependen del GPS para dirigir su ruta. Asimismo los usan para contactar a los guardacostas en caso de emergencia.
El costo promedio de una tarjeta SIM internacional en Europa oscila entre 492 y 317 pesos. Muchos de los migrantes las compran en varios de los países que cruzan.
En la estación de tren de Keleti en Budapest, Hungría, además de proporcionarles agua y comida, también se le ayuda a los migrantes a cargar sus celulares.
«Nuestros teléfonos celulares y fuentes de batería son más importantes para nuestra travesía que cualquier otra cosa, incluso más importante que la comida», aseguró un sirio llamado Wael en la isla griega de Kos.
Mientras que los celulares juegan un papel crucial en sus travesías, también son propensos a descomposturas, robo y pérdida de la batería.
«Todos, además de ver por su refugio, comida y agua están tratando de cargar sus celulares», relató Paul Donohoe, del Comité Internacional de Rescate (IRC, por sus siglas e inglés), al diario digital Quartz.