28 abril, 2025

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Corona Capital 2015, arrancan los británicos

El cantante y compositor de country Ryan Adams se encargó de poner el toque melancólico

México, D.F.- Sin duda The Libertines fue el show más esperado de la noche.

Ver a Pete Doherty algo recuperado de sus adicciones, con ojeras, cachetón y enjundioso, animó a prender el churro de mota, a colocarse en la lengua LSD o alguna otra sustancia que remitiera a la tormentosa adicción del británico.

Había más expectativa por ver a Carl Barât tratando de hablar español y tocar rolas como Can’t Stand me Now que volver a ver a Muse por tercera vez.

Aquellos que se adentraron al centro del escenario Doritos estuvieron ausentes de cerveza o algún estupefaciente colectivo, así que tuvieron que conformarse con bailar, durante la hora y media que tenían programada.

Adentrarse al Corona Capital 2015 no fue ninguna salvajada. Hubo tiempo para llegar al mediodía y precopear en las tiendas cercanas del Metro Ciudad Deportiva.

La caminata para ingresar a la Curva 4 del Autódromo Hermanos Rodríguez casi obligó a llevar una lata de cerveza, whisky o cualquier bebida para poder llegar al inmueble.

Los más sedientos tuvieron que ingerir de golpe su bebida o dejar que los botes de basura se quedara con su gasto. Era fácil entrar y distraerse con el stand de mercancía, helados con un toque de alcohol o algún foodtruck para recargar carbohidratos, proteína o líquidos.

Los primeros acordes de Title Fight espantaron a varios hipsters que caminaban hacia el escenario Corona. Aquellas personas con coronas de flores, lentes de sol, barba abundante y camisas a cuadros se atemorizaron por los acordes hardcore de la banda.

Sin embargo, hubo algunos retrasados que emprendieron un sprint por toda la curva para adentrarse a la muchedumbre y acabar en un ciclón de rodillazos, codazos y volados accidentales.

Era la primera vez que el grupo venía y su saldo fue varios cuerpos dañados por el moshpit, sudor y caídas estrepitosas por todos aquellos que se atrevieron a volar con ayuda de los fans de la banda.

Acabó y varios exigieron un respiro: baguettes de 60 pesos, pizzas; cervezas, micheladas, mezcal y refrescos fueron el aliviane. Si el público quería consumir sin límites, necesitaba al menos mil pesos para saciar su sed, quedarse con algún souvenir del festival y volver a casa.

Los de sangre fría se aventaron de la tirolesa y aumentaron sus niveles de adrenalina mientras Death From Above 1979, destrozaba el escenario Doritos con sus trompas de elefante y locura.

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