OCAMPO, Tamaulipas.- No está canonizada, pero sus seguidores la consideran una santa milagrera.
Le llaman Adelita y ni muerta, puede tomar descanso de la eterna sentencia que pesa sobre su alma; hacer milagros.
Hasta hace no mucho tiempo, El Meco, era considerado como un simple punto geográfico perdido entre árboles cargados de fronda y sombreados parajes, dentro de un paradisiaco vergel que está muy cerca del El Cielo.
Sin embargo, desde que Adelita murió, las cosas empezaron a cambiar
Dígalo si no:
Hoy, todos entienden que El Meco es el punto donde el alma de una “santa” mujer, se la pasa desatando entuertos: regresa la salud al desgraciado que la perdió; ofrece consuelo al indefenso; intercede
por aquellos a quienes la fortuna les dio la espalda y se la pasan entre lamentos, atrapados por la infelicidad y la desgracia.
La gente humilde y buena de Ocampo tiene viva la esperanza, y es que, la llamada “Santa”, que se adora y venera en este lugar, le reveló a todos sus seguidores un gran secreto: que Dios dispuso que la esperanza quedara guardada en el corazón del hombre, “…porque ahí nadie la la puede tocar y ninguno le puede hacer daño”.
En este lugar que alguna vez dieron en llamar el vergel de Tamaulipas, todos tienen la esperanza bien puesta en su lugar: el corazón.
El campesino tiene puesta fe en que las cañas van a salir más dulces que otros años; que las va a recibir el ingenio sin tanto castigo y que las van a pagar muy bien.
TODOS LA NECESITAN
El político bribón, el candidato eterno, y hasta el diputado tramposo, anidan la esperanza de seguir pegados a la ubre. Quieren que la gente no se olvide de ellos y sobre todas las cosas, que el partido
los tome en cuenta, “pá seguir sirviendo a la gente”.
Los productores de mango, -porque en esta tierra se producen los más grandes, dulces y sabrosos-, quieren que no ataque la mosca que pudre los frutos; y entre ruegos se la pasan implorando que el mercado no cierre sus puertas y que a ellos les vaya bien.
El holgazán quiere encontrar trabajo, de preferencia, que sea ligero y bien pagado.
La abandonada, quiere que a sus brazos regrese el hombre que por otra la dejó; la distraída, anhela encontrar la cadena de oro macizo que perdió “quiénsabedónde,” el día que fue a hacer “quiénsabequé” y ahora, dice, -para que nadie sepa de sus infidelidades ni ponga en duda su honorabilidad- que esa joya la robaron de su casa.
La infiel le apuesta a que no la miren, que no la vean y que nadie con la lengua manche su inmaculado nombre.
Hasta el cura, tiene viva la esperanza de que regresen los fieles a la iglesia y sobre todo, que aumenten las limosnas, que al fin y al cabo “…de qué otra cosa vive el sacristán”.
En fin, buenos y malos, todos, guardan en el corazón una esperanza.
El hombre y la mujer que trabajan, que luchan y se esfuerzan, se levantan y cada mañana encienden una veladora cuya llama conforta al corazón y el alma, porque en su vida está claro que si no tienen esperanza y fe, entonces no tienen nada.
VESTIDA DE SANTA
Todos, de una manera u otra, tienen motivo para rogar la intervención de Santa Adelita con Dios en su favor.
Por estas razones, la santa mujer de El Meco, es la santa no canonizada que secretamente venera mucha gente en Ocampo, Tula y la huasteca.
Nadie sabe por qué, Adelita eligió El Meco para vivir. Ni siquiera su hija Morena, heredera de sus preciados dones que luego de su muerte vive pendiente que no le falte una veladora encendida en el altar. Está siempre atenta a que el incienso se queme y la química de la combustión opere una aromaterapia que se percibe en la mezcla de almizcle aromatizado con fragancias de sándalo.
Todos quedaron convencidos de los extraordinarios poderes de Adelita, que por extraño sortilegio llevó su vida al extremo de la longevidad, a grado tal que no faltaron los que pensaban que esa mujer tenía “pacto con Dios”. Nadie sabía su edad y a pesar del tiempo, su rostro lucía terso y joven.
Finalmente, se supo:
El secreto de su no confesada edad, quedó descubierto el día de su muerte, ocurrida en 2004:
¡102 años tenía Adelita al morir!
La gente la quería y la quiso siempre.
Cuando Adelita abría las puertas de su templo, ya había personas tocadas por la desgracia, que esperaban con ansia su llegada.
Los autobuses Riestra, predecesores de los transportes Mante que corrían la ruta Mante-Ocampo, llegaban repletos de personas que traían el corazón en la mano y la angustia en el pecho.
En espera de recibir atención, esos desgraciados que llegaba aquejando “salación”. Esos hombres y mujeres que desesperados gritaban que los trabajos de brujos negros cargados de maldad, estaban acabando con ellos, terminaban construyendo frágiles techos de cartón o paja, donde pasaban la noche en dolorosa, aunque paciente espera.
Adelita vio nacer el Siglo XX y también lo vio morir.
Un hecho dio cuenta del extraordinario cariño que Adelita conquistó en toda la región de Ocampo, El Mante, Tula, San Luis Potosí y norte de Veracruz: la extraordinaria concurrencia de gente agradecida que estuvo en el sepelio o envió algún presente, con el cual hizo sentir su gratitud.
LUTO EN LA HUASTECA
La estridencia del trombón, el compás de la tambora, y las plañideras notas de la trompeta acompañaron hasta su última morada al orgullo del Meco.
El día que Adelita murió, un personaje anónimo de la política que sintió haber conquistado todo al amparo de su protección, desde el anonimato le ofreció, el mejor de los sepelios.
Ese solo hecho, hizo que se despertaran las especulaciones y fueran en busca del generoso donante:
Unos decían que Cavazos había mandado a los músicos de la banda y otros que Tomás.
Lo cierto es que los rumores involucraron a todos los nombres de la generación de políticos del 2004, como Enrique Meléndez, Librado Treviño, Saucedo, Juan Andrés Díaz Cruz, Pepe Manrique Villarreal y Vicente Guerrero, entre otros, que se afirmaba, llegaron a desfilar por el templo humilde de Adelita.
El triste día de su muerte, hubo música de guitarra. Llegaron grupos norteños y mariachis y solo cuando de la trompeta brotaban lastimeras las notas del “te vas ángel mío” se acordaban todos, que estaban presentes no en una fiesta, sino para despedir a la famosa Adelita.
En el camposanto, dice su hija Morena, que tuvo que abrir la ventanilla del ataúd para que la gente viera el rostro de la hermana Adelita por última ocasión, sin embargo dos horas más tarde la orden fue cancelada, para que continuara abierta la pequeña ventanilla del ataúd porque la gente no se iba y continuaba formada en esa fila que por larga, parecían interminable.
Yo creo, dice Morena, que si hubiera permitido que quedara abierta la ventanilla del ataúd para que la gente se acercara y viera a mi madre, conforme a sus deseos, no la hubiéramos enterrado ese día.
Nunca imaginé cuánto cariño había sido capaz de conquistar mi madre, reconoció la hija.
PERIODISMO VALIENTE
Dentro de su carrera periodística, Felipe Martínez Chávez, nunca imaginó que su estancia en el centro ceremonial del Meco, le acercaría a laberintos que dejó abiertos la literatura de fábula en la imaginación.
Autor de El último Janambre y Victoria en Bancarrota, que tienen como protagonistas a José Gudiño Cardiel y Gustavo Cárdenas, de manera respectiva, Martínez Chávez está consciente que su profesión no lo pone a salvo del peligro, más bien, lo coloca en la frontera donde conviven el bien y el mal.
Morena, hija de Adelita, tiene para aliviar los temores que desde hace años carga el periodista, un extraño sortilegio que de funcionar, le va a dar sobrenaturales poderes que le harían invisible a la vista de los hombres que buscarían hacerle daño, y consciente de la importancia que tiene el extraño sortilegio, ella misma se encarga de remarcarle que con la protección de Adelita, no hay nada que
temer: “aunque pases al lado de aquellos que quieren hacerte daño, no podrán verte; no podrán escucharte y no se darán cuenta de tu presencia,” le dice.
La oferta es atractiva: casi, casi el hombre invisible, …y la tentación seduce al periodista.
A la instrucción de Morena, Felipe Martínez pasa al centro del altar y se coloca justo en el lugar donde el retrato de Adelita tiene posada la mirada:
LA CACHETADA DE LA LOCA
Comienza a partir de ese momento la restriega con ramas de limonaria con sándalo y que sin duda, son predilectos de Antonio Martínez Torres, por cuanto están cargados de nobleza según confirmó el político en aquellos históricos momentos en que era presidente del CDE del PRI, y acuñó la memorable frase, “soy como el sándalo: perfumo el hacha que me hiere.”-después del tremendo bofetón que le recetó Israel Cuéllar, que a la postre fue bautizado como “la cachetada de la loca”, por cuanto no le faltó mano, ni le sobró quijada.
Qué manera de pegar.
El ritual que practica la sacerdotisa Morena, incorpora la oración del Justo Juez que se basa en 12 estaciones en las cuales descansa la certidumbre de un Dios verdadero: 1, porque una es la Iglesia Santa, 2, las tablas de Moisés, 3 la Trinidad, 4, los evangelios, 5, las llagas de Jesús, 6, los candelabros, 7, los coros, 8, los gozos, 9, los meses de la gestación, 10, los mandamientos, las 11 mil vírgenes y los 12 apóstoles.
Después del rameo, el sahumerio y la aromatización, se da la recomendación de llevar a la práctica tres procesos que van a hacer perdurable el extraño sortilegio hace posible el milagro de tornar invisible a Felipe ante los ojos de aquellos perversos que quisieran hacerle daño, porque ahora goza la protección de Doña Adelita menester es rezar con fervor las oraciones del Justo Juez y San Miguel Arcángel: colocar tres limones agrios en la puerta del coche, junto con un clavo de acero; bañarse con jabón de sándalo y esparcir perfume ….
Cumplido el sortilegio nadie con propósitos aviesos, políticos corruptos o funcionarios inmorales podrán ver, escuchar, ni podrán percatarse de la presencia del periodista Felipe Martínez Chávez, “aunque él esté enfrente de ellos”.
¿TÚ TAMBIÉN, VICENTE?
Tal es el atractivo de este ritual, que Vicente González, el reportero autor de estas líneas en las páginas de Expreso, acaba por desprenderse de la pluma y su libreta, todo porque la propuesta es simplemente irresistible para un periodista, que camina frecuentemente sobre el filo de la navaja, que conoce el peligro, pero también conoce la prudencia.
Con todo y eso, la propuesta no pierde atractivo, se torna seductora y obliga a plantear una interrogante inmensa: ¿Qué periodista no cae en la tentación de reeditar la versión del “Hombre Invisible?”:
En resumen:
Esta es la propuesta que tiene Morena, la nueva sacerdotiza de El Meco para los mortales obreros de la información, que ejercen su oficio en medio de espíritus perversos:
“Aunque pases enfrente de ellos, no podrán verte, …no podrán escucharte, ni estarán en posibilidad de hacerte daño, porque ninguno podrá descubrir tu presencia”.
De ahí, a conquistar el mundo…




