Como un auténtico cuento de hadas, la noche de ayer la travesía de Juan Daniel Rodríguez Mascorro, ‘El Campeón del Pueblo’, llegó a su fin… o tal vez apenas empieza.
La central camionera fue escenario para que el tricampeón mundial de atletismo fuera ovacionado por decenas de personas que durante todo el domingo le dedicaron tiempo y espacio para esperar su llegada junto a Ángel Tovar, su entrenador.
La polémica se apaciguó, el calor del debate se enfrió como el clima de ciudad Victoria y los temas quedan en el aire, pero Tovar Tinajero viene dispuesto a aclararlos, aunque dijo, “será a su tiempo y sentándonos a platicar con las autoridades”.
El entrenador reconoció que el tema se desvirtuó en cierta medida, pues la negativa de apoyo se encontró en la Federación Mexicana de Deporte Especial que no le daba el aval para ir a competir, sino hasta que intervino la Conade fue cuando doblaron las manos y accedieron.
Después en la solicitud de recursos, las formas en cómo procedió la presidencia municipal de Victoria atizó el malestar de la sociedad civil y después Mario Arizpe por querer componer terminó empeorándolo.
Fuera de eso, nos hace saber el entrenador que muchas personas, funcionarios en calidad de amigos les tendieron la mano y por su parte el Instituto Tamaulipeco del Deporte cumplió con el requisito de ponerlos en la Ciudad de México donde quedaban a disposición de su Federación que los tendría que enviar hasta Sudáfrica.
¿Qué rescatamos de esto? Sin lugar a dudas la unión del victorense. La gente, el pueblo, la raza, se puso la mano en el corazón y ávida de historias de éxito se puso la camiseta y quiso aportar para ser partícipes de la historia del gran Juanito.
Lo que también queda claro es que los procedimientos en muchas instituciones públicas deben mejorarse, cosa que ya se sabe de antemano, pero que historias como éstas terminan exhibiéndoles terriblemente, pero peor aún, no hay culpables que paguen esos errores, nadie acciona y no hay impresión siquiera que se busque cambiar.
Por otro lado, la otra historia de éxito es la de Correcaminos en Segunda División. El equipo plagado de jóvenes locales que hace un año fueron descendidos a propósito por una directiva a la que no le gusta competir sino formar y cuando resulta que los chavos están formados, los desprecia.
Jóvenes que ni agua para hidratarse en los entrenamientos les proporcionan, hoy son la joyita que las dos directivas buscarán presumir para justificar chamba ahora que son finalistas de la Liga de Nuevos Talentos.
El mérito para Jorge Urbina y sus guerreros, de nadie más y éxito en lo que viene.
@luisdariovera




