8 diciembre, 2025

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No es magia

Sol General

Cuando mencionamos el nombre de Jorge Urbina, inmediatamente se nos viene al pensamiento aquel apodo que él confiesa que jamás supo cómo o por qué surgió: “La Abeja”.

Él debía tener unos 25 años aproximadamente y jugaba para Correcaminos. Era uno de los hombres de fútbol más solvente nacidos en Victoria que defendían la camiseta naranja del equipo de la UAT, donde recordamos aquella semifinal ante La Piedad donde el conjunto rebocero hizo morder el polvo a los emplumados.

Lo que Jorge Alberto no sabía, es que ese apodo, “La Abeja”, condicionaría su futuro dentro del fútbol, aunque ya no en la cancha.

Siendo todavía muy joven, Urbina Sánchez tuvo que dejar las canchas. Tuvo aciertos y tuvo errores, como todos, a final de cuentas las decisiones que tomó lo llevaron a ponerle punto final a su trayectoria como futbolista profesional.

Con la experiencia justamente que sólo quienes intentan y lo logran, pero también con la sensatez que da el aprender de los errores, Jorge no pudo, ni quiso separarse del fútbol, así, se empezó a escribir una historia alterna, el otro Jorge, aquí es donde estoy seguro, le da justa medida y razón a acuñar el apodo que lo acompañó desde poco más de diez años atrás: “La Abeja”.

Sus tres mujeres, Paola, Regina y Mariana, son sin duda su mayor motivación y el fútbol su pasión. Tomó los libros y empezó a ver el deporte que practicó desde la infancia con otra óptica, bajo la mirada estudiosa que requiere quien busca dar el paso siguiente dentro del balompié, la dirección técnica.

Cambió hábitos y maduró, el tiempo libre lo ocupó en la preparación profesional del puesto que buscaba desempeñar, moldeó un estilo de juego y desde un inicio lo convirtió en filosofía, en estilo y siempre pretende imponerlo en donde tiene la oportunidad de trabajar.

Se tituló como director técnico y no bajó los brazos en el estudio y la preparación.

Cuando Armando Arce era presidente de Correcaminos regresa a la institución de casa, aunque ahí no nació futbolísticamente, sin duda el cariño existía por default, la sangre victorense lo ligaba inmediatamente al cuadro naranja.

Arce Serna vio en “La Abeja” justamente eso, un hombre con la experiencia de haber pisado la cancha, pero aparte un sujeto con trabajo a cuestas, trabajo bien hecho y la promesa de un hombre que estaba en vías de crecimiento… y no se equivocó.

Con el equipo de Cuarta División consiguió el título y formó jugadores, algunos pudieron continuar en la carrera y los que no, hoy -lo digo porque los conozco- hoy son hombres de bien.

Junto a Jorge Vantolrá y hoy Magdaleno Cano, Urbina ha hecho escuela, siempre bajo la premisa de formar buenos jugadores pero mejores personas.

“La Abeja” del fútbol, el que lo juega, el que lo estudia, lo lee, lo revisa y repite el procedimiento hasta el cansancio, hoy tiene a su equipo, la filial naranja de la Segunda División en una instancia definitoria: la gran final de la Liga de Nuevos Talentos, demostrándose a sí mismo que el que quiere puede, recordándole a todos que con una base de jugadores victorenses bien llevados, procurando un sustento basado en valores, en ética, en respeto, se pueden lograr cosas trascendentes.

La final no es un volado, el resultado es consecuencia de las circunstancias del juego y de lo que durante un tiempo trabajas, no un torneo, no una determinada cantidad de jornadas, sino de un proceso de aprendizaje, trabajo, maduración y aplicación de conocimientos.

Hoy Urbina no se vuelve loco, sabe lo que tiene en mente, conoce sus objetivos y está en el camino hacia ellos, claro, de la mano de sus jugadores y de su cuerpo técnico.

Ahora sí, “La Abeja” puede saber bien a qué se debe su apodo, al trabajo honesto y bien hecho… simplemente, no es magia.

@luisdariovera

 

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