Ayer se cumplieron tres años de que ENRIQUE PEÑA NIETO asumió la presidencia de la república y, según la mayoría de las encuestas, se encuentra debajo de los índices de aceptación que registraron los tres últimos mandatarios en el mismo período.
El acceso de PEÑA a la primera magistratura se empezó a escribir desde que era gobernador del Estado de México, cuando los principales medios de comunicación masiva, principalmente los electrónicos, empezaron a proyectarlo de manera cotidiana. Si el hombre del copete estornudaba, se daba una amplia cobertura a ese simple detalle. Era claro que había un proyecto a futuro con grandes intereses económicos detrás.
Y el proyecto cuajó. El mexiquense fue candidato presidencial del PRI y logró ganar la elección, haiga sido como haiga sido, diría FELIPE CALDERÓN, frente a ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR y JOSEFINA VÁZQUEZ MOTA.
Su llegada al poder fue acompañada por acuerdos inéditos con los partidos de oposición, principalmente el PAN y el PRD, lo que le permitió emprender y sacar adelante importantes reformas en materia fiscal, educativa, labora l y principalmente energética, tocando puntos que habían sido casi sagrados políticamente como permitir la inversión extranjera en la exploración y explotación petrolífera la distribución de energía eléctrica.
Pero ya desde su campaña había sufrido serios tropiezos, como cuando no supo explicar cuáles eran los mejores libros que había leído y su poco decorosa huida cuando fue abucheado por estudiantes de la Universidad Iberoamericana.
Pero aún así inició su gestión con la fortaleza necesaria para hacer encarcelar a la dirigente magisterial ELBA ESTHER GORDILLO, quien le habría jugado las contras.
En publicaciones internacionales se presentaba a PEÑA NIETO como el reformador de México y su figura juvenil, junto a la de su esposa, ANGÉLICA RIVERA, aparecía en las portadas de revistas de tipo aristocrático. Pero pronto habrían de cambiar las cosas.
Vino una hasta ahora no aclarada desaparición de 43 estudiantes normalistas en la ciudad de Iguala, Guerrero, que derivó en una determinación oficial de que habían sido asesinados e incinerados por grupos de la delincuencia organizada. Pero las explicaciones de la Procuraduría General de la República no convencieron y hasta hoy permanecen las dudas sobre lo que realmente ocurrió con aquellos muchachos.
Luego, una investigación periodística reveló que la señora ANGÉLICA había adquirido una suntuosa mansión en ochenta millones de pesos, conocida como “La Casa Blanca”. El caso provocó un escándalo de grandes proporciones, aunque, otra vez, los principales medios electrónicos no le dieron mayor cobertura.
Al poco tiempo un periódico norteamericano publicó que el secretario de Hacienda, LUIS VIDEGARAY, también había comprado una costosa casa al mismo contratista que financió la “Casa Blanca”. Estos negocios inmobiliarios desde un principio fueron tratados con desdén por el gobierno peñista, hasta que se hizo necesario que la señora RIVERA apareciera ante las cámaras de televisión para tratar de explicar cómo es que había comprado la residencia de lujo. Pero eso fue como arrojarla a los leones, pues casi a nadie convenció.
Para colmo, vendría la segunda fuga del “Chapo” Guzmán, que puso al descubierto la ineficacia de las prisiones de alta seguridad y que envió el mensaje de que la corrupción oficial seguía vigente en toda su intensidad.
Aquellas reformas que logró se aprobaran en el Congreso de la Unión, no han aterrizado. La evaluación magisterial no ha podido ser completada, la inversión privada en el sector petrolero no se ha disparado como se esperaba y la economía, pese a los anuncios festivos, no refleja signos positivos en los bolsillos familiares. Así, el nivel de aceptación de PEÑA NIETO entre sus gobernados, apenas llega al 39 por ciento, debajo de lo que registraron ERNESTO ZEDILLO, VICENTE FOX y FELIPE CALDERÓN. Y apenas está a la mitad del camino. Por eso la pregunta que corre es ¿qué podemos esperar en los próximos tres años?
Hablando de temas locales, desde Nuevo Laredo el diputado federal BALTAZAR HINOJOSA OCHOA dijo sin titubeos “quiero ser el próximo gobernador de Tamaulipas”. Más claro ni el agua. Sus recorridos dizque para explicar sus logros legislativos ocultan en verdad una precampaña. También MARCO ANTONIO BERNAL GUTIÉRREZ ha aceptado públicamente que quiere suceder a EGIDIO TORRE CANTÚ y la tampiqueña MERCEDES DEL CARMEN GUILLÉN VICENTE proclamó que nuestra entidad está lista para ser gobernada por una mujer, o sea ella.
Nunca antes se había visto que tantos aspirantes priístas se abrieran totalmente de capa sobre sus pretensiones, lo que rompe con el viejo esquema de que para ser no hay que moverse. Pero lo que más llama la atención es que pese a lo evidente de las pre-campañas el Instituto Nacional Electoral se mantenga mudo y no haya hecho pronunciamiento alguno sobre la legalidad o ilegalidad de tales acciones.
Parece que actuar de oficio no es lo suyo.
En cambio, el panista JAVIER GARCÍA CABEZA DE VACA, que parece encaminarse a la candidatura blanquiazul al gobierno del estado, ha moderado sus pronunciamientos, pese a que su tradicional estilo siempre fue el protagonismo. Algo le habrán aconsejado sus asesores.
Pero dentro de ese juego desatado por la sucesión estatal, el domingo próximo habrá en Victoria un festejo con motivo del cumpleaños de ALEJANDRO ETIENNE LLANO, actual alcalde de esa ciudad y otro de los prospectos a la gubernatura. Dicen que la cosa estará en grande. Veremos y diremos.