Toda esta semana he visto caras preocupadas por un lado, expectantes por el otro, sus expresiones van desde la ilusión de que quien sea designado como candidata o candidato priísta sea alguien que al menos los conozca, pero también veo a trabajadores preocupados, muy preocupados por el término del sexenio que conlleva la incertidumbre de si conservarán o perderán su trabajo con la llegada de una nueva administración.
Hay muchos jóvenes profesionistas cuya labor dentro del gobierno estatal es andar de choferes o haciendo mandados, no han podido encontrar un trabajo que sea acorde a los estudios que poseen. Son muchachos cercanos a la treintena que ni planes de formar una familia tienen porque sus ingresos son muy bajos.
También hay jefes de áreas que se la pasan pensando quién vendrá a sustituir a quienes ocupan los cargos importantes en la entidad, saben que su posición está en juego.
Dentro de toda esa preocupación, al menos en Ciudad Victoria, no percibo que estén pensando que un partido diferente al PRI llegará a gobernar Tamaulipas, ni por asomo consideran esta posibilidad, para todos ellos y ellas, el único que puede obtener el triunfo es alguien que pertenezca a este instituto político.
Me pongo a pensar que si cada seis años se mueven las fichas y los trabajadores son quienes llevan el mayor peso de la incertidumbre, qué pasaría si el PRI perdiera la elección estatal.
El panorama para todas estas personas se modificaría, de alguna manera la zona de confort en que están instaladas muchísimas familias en Tamaulipas desde hace décadas, especialmente las victorenses que dependen directamente de los presupuestos del estado y de la Universidad Autonóma de Tamaulipas, tendrían que buscar otros cobijos económicos y posiciones de las que gozan dentro de las administraciones de los dos grandes empleadores de la capital victorense.
En Ciudad Victoria hay familias completas, desde padres a hijos y hasta nietos incrustados en la administración pública, con plazas que muchas veces no desempeñan, pero ganando sueldos respetables que no devengan.
Es súper común que existan los clanes familiares que se extienden como hiedras por todos los rincones de las secretarías estatales, y se trasladan a la UAT y viceversa, cobran aquí y allá, ni aquí cumplen, ni allá tampoco. Es una danza de complicidades basada en los árboles genealógicos y así van conduciendo a Tamaulipas al camino incierto donde los recursos no alcanzan para atender las necesidades de las y los tamaulipecos porque aquí, en esta pequeña ciudad que ni capital del estado parece, se queda la mayor parte del dinero del erario.
Ahora los pensamientos están enfocados en que se resuelva quién ocupará la candidatura priísta, pero una pregunta flota en el aire, quien venga ¿logrará conservar la gubernatura en manos del PRI?
YA HAY DESIGNADO (A)
Para estos momentos los siete fantásticos que estuvieron en el Distrito Federal buscando sacarse el gordo ya saben por dónde va la instrucción para la candidatura del PRI al gobierno estatal.
Ellos y ella han mostrado prudencia y no dicen esta boca es mía desde que tuvieron la reunión definitoria, prefieren expresar que el viernes, cuando todos lleguen muy bien portados a firmar el acuerdo que los compromete a que no habrá patadas bajo la mesa, como buenos hermanos se quedarán juntos en la liga de campeones y coronarán a quien tengan que coronar.
Nada de esa actitud es cierta porque sus opiniones privadas distan mucho de lo que expresan en público respecto a la y los contrincantes. Hay expresiones duras que desacreditan a sus compañeros de partido, pero de dientes para afuera todo es armonía y dulzura.
De los siete, será sólo una o uno, para los seis que se quedan en la pista, ahí para la otra a ver si tienen mejor suerte. Mientras tanto se aferrarán a los puestos que hoy ocupan e intentarán saltar de ahí a un sitio que les permita mayor juego político, porque una vez más alimentarán esa esperanza de que la siguiente será la buena.
A algunos de ellos a ver si la vida les alcanza…
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