De los números, estadísticas, finanzas e infraestructura, seguramente dará sobrada cuenta el Rector de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, cuando presente mañana el segundo informe de sus labores como tal.
Pero con todo y la importancia que se desprende del crecimiento físico, en la opinión de su servidor deberíamos valorar en su real magnitud un escenario paralelo en el que llega al cumplimiento de esa obligación, Enrique Etienne Pérez del Río.
¿A qué me refiero?
Sencillo: Al orden aplicado en las actividades de la UAT.
No ha sido fácil lograrlo. Antes de Etienne, ninguno de sus antecesores había arriesgado la figura para acabar con las negligencias académicas que atenazaban a esta casa de estudios y no le permitían explotar integralmente sus fortalezas. Los directores de facultades manejaban una especie de título de propiedad en esas escuelas para eternizarse en el puesto y mantener una cauda de vicios entre profesores y estudiantes. Y la negligencia, como bien decía el ex presidente Miguel de la Madrid, también es una forma de corrupción.
Tengo la certeza de que el Rector entregará buenas cuentas este jueves, pero ese día la UAT podrá presumir no sólo de finanzas sólidas o fortalecimiento profesional, sino de otra clase de salud:
La que se desprende de la moral y de la ética…
VALOR Y DESCUIDO
En el aparente epílogo del conflicto derivado de un retraso en los pagos a los policías estatales tamaulipecos, me parece que vale la pena subrayar dos aspectos.
Primero: Sobre todo lo sucedido en este caso, debo reconocer la determinación política y cívica del gobernador Egidio Torre Cantú para enfrentar en forma directa, sin intermediarios, un espinoso problema que amenazaba con complicarse aún más, sin el poder de decisión del mandatario. Aquí y en China, eso se llama valor.
Y segundo: No entiendo cómo permitieron –quienes son responsables de la seguridad del Jefe del Ejecutivo– que el gobernador dialogara con agentes enmascarados, de lo cual una parte abusó para excederse en un trato descortés, lindante en lo grosero, con la primera autoridad del Estado.
Una “palomita” para el Gobernador; un “tache” para quienes lo cuidan…
HAY “AMIGOS” ASÍ
En el ánimo, sin duda loable, de cuidar a los paseantes, el ayuntamiento de Madero podría en contraparte darle una estocada al corazón a la playa de Miramar.
Uno de los regidores, Salvador Cervantes, anunció que ese Cabildo analizará, para la Semana Santa siguiente, aplicar un horario de acceso a los turistas para ese paseo, que equivaldría a cerrar el mismo durante las noches, siguiendo un modelo “importado” de algunas playas estadounidenses.
Qué bueno que se preocupen por la seguridad de los visitantes, pero qué malo que busquen una solución cómoda sólo para la autoridad municipal, en lugar de establecer –esto es lo que les parece molesto– un sistema adecuado de protección que fortalezca la vigilancia y rinda también resultados positivos en la preservación del orden público. Cerrar Miramar en la noche sería en los hechos una especie de “puntilla” para esa costa.
Cuidado: hay “amigos” que clavan un cuchillo en la espalda de un compañero y después se ríen, porque creen que le están haciendo un bien…
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