Himnos de sirenas y torretas han desplazado a la rola de la patria chica que palpita a la margen del río. De la altivez, queda muy poco. Y de lo heroico, sólo el terco polvo que sigue viajando en tolvaneras blancas por los caminos norestenses.
¿Y dónde está la vibración de la libertad? ¿Y dónde los derechos a coexistir con garantías de paz social?
Los nobles varones están en plena guerra por el poder. Son muchos miles de millones de pesos, los que están en juego sobre la mesa tamaulipeca. Y lo peor es que desde el altiplano, es hora que no toman cartas en el asunto. Hoy la historia ya no canta la gloria de sus hijos en marcha triunfal, sino más bien, narra entre rumores, la épica de las balaceras y los ajustes.
Del viejo himno que escuchamos todavía por ahí, solo quedan los desgarrados ropajes de una crónica inenarrable. Ha fracasado el contrato social, porque los ciudadanos herederos de Joan Jacobo Rousseau, ya no caminan con la frente en alto. Ahora se encuentran asaltados por el terror, y pecho a tierra.
La tensa realidad de nuestro centro político se ha metido hasta la cocina. Presos de una atmósfera espesa, los días se han paralizado, hasta el extremo de que ya ni siquiera el aire sale a la calle. Las hojas de los árboles, parecen ocultarse temerosas en el vientre marchito y solitario de una Victoria estresada.
Errantes en el pequeño cosmos de asfalto y vidrio, los pasos de la ciudad capital parecen retroceder en cámara lenta y emitir ruegos silenciosos, alzando su mirada a Dios, ante las graves inercias del Estado. Donde antes existía la legalidad y el derecho, ahora brotan silentes y cautelosas las oraciones cristianas. La gente se ha mudado, de la Constitución Política, al Padre Nuestro.
Hemos regresado a los orígenes. Las épocas del trueno y de las cuevas; el rugir de las fieras y el veredicto de la única ley natural, en la sobrevivencia de las especies: la del más fuerte. Desde hace tiempo, la sociedad ha decidido no crecer, y quedarse así enanita, como una niña adulta, con los ojos abiertos al horror, en la llanura del absurdo donde ahora se erigen los monumentos al desorden y a la anarquía.
Pobre ciudad la nuestra: agazapada entre una lluvia metálica de violencia, sobrecogida por el fragor siniestro que se ensancha en oleajes interminables, como una marea oscura, postrada en el marasmo de la humillación.
¿Y dónde están las leyes? las leyes que nos dimos, ya no existen.
La diosa de la Justicia y del derecho, yace con las piernas abiertas y el himen desflorado.
Los ciudadanos de la capital tamaulipeca, no nos merecemos la angustia. Entre el no pasa nada y el algo está ocurriendo, ya apareció otra frase todavía más terrible: ¿somos realmente? O nos estamos haciendo…..?
Lo único que nos queda del himno, son las horas aciagas.
LETY CONTRA VERO
El pleito es real. Verónica Salazar no compite en la interna, como comparsa, o como parte de un acuerdo, para aumentar votos azules, sino para demostrarle a su hermana la alcaldesa que se equivocó al apoyar a un candidato sin popularidad. Al menos eso es lo que declaró recientemente, cuando le mencionaron el nombre de Joe Vega.
¿Y ese quien es..? , preguntó con todo el sarcasmo que le fue posible.
Se dice que Verónica Salazar, quien ha venido participando al frente del DIF municipal, es la verdadera líder social de la familia. Se trata de una incansable activista que ha desarrollado un excelente trabajo en pro de los sectores más necesitados. Pero, de acuerdo a lo que ahora se observa, la carrera política de Vero, se ve frenada por su hermana Lety, cuando amenaza con despedir a todos aquellos funcionarios que manifiesten simpatías por la candidatura de su consanguínea.
El padre, don Ramiro Salazar, parece haberse alineado con la dueña del poder en la Costa Azul.
El pleito intrafamiliar en el panismo matamorense, podría favorecer finalmente, a Jesús De la Garza Díaz del Guante, el candidato cuya misión es recuperar el palacio de la Calle Sexta, en la tierra de los gobernadores priístas.
IZQUIERDAZO DEL PEJE A MANLIO
“Me pueden llamar Peje, pero no soy lagarto”, le contestó Andrés Manuel López Obrador al líder nacional del PRI, Manlio Fabio Beltrones. Y le dijo algo todavía más contundente: “Que no se equivoque, no somos de los mismos.
Él sí es un ladrón y mafioso”. Lo anterior forma parte de la rendición de cuentas, exigida por el sonorense, sobre los segundos pisos de la CDMX, construidos en tiempos de AMLO.
POSDATA: Dicen que en el sur, Magda ya empezó a sumar, pero todavía le siguen pesando más las poderosas restas de Azcárraga y de los Garza Cantú. Uppss.