Los bajos niveles de aceptación del gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto, que han reflejado la mayoría de las encuestas más recientes, resultan un pretexto muy cómodo para recordar el poema del autor uruguayo, Mario Benedetti, que tituló: “Pobre Señor Presidente”.
Pobre señor Presidente ya no hay nadie
que lo aguante, nunca hubo aquí
gobernante con menos dedos de frente.
Pobre tirano casero tan pedestre y tan
porfiado, mandón pero bien mandado si
el que manda es un banquero.
Pobre jerarca aprendiz tan terco y
ensombrecido, tan solo y desatendido
de la gente del país.
Pobre y grave mandamás tan hablador
y tan hueco, tan inútil y tan pacheco y
tan sin pueblo detrás.
Pobre parlanchín perdido tras los
miedos de su quinta, presidente pura
pinta, tan violento y repetido.
Vos tenés ruda estampa y vestid a lo
paisano, andá buscando escribano que
legalice tu trampa.
Por eso sí hacerlo pronto no te tires al
Senado, mira que el pueblo estafado no
tiene pelo de tonto.
Chupamedias de imperio ándate si te
incomoda, que aquí se acabó la joda y
empieza la cosa en serio.
No gastes las palabras no cambies el
significado, mira lo que yo quiero lo
tengo bastante claro.
Si usted habla de progreso nada más
que por hablar,
mire que todos sabemos que adelante
no es trás.
Si está contra la violencia pero nos
apunta bien, si la violencia va y vuelve
no se me queje después.
Si usted pide garantías sólo para su
corral, mire que el pueblo conoce lo que
hay que garantizar.
Y ya que todo le falla y no hay que
tener rencor, yo opino que lo mejor, lo
mejor es que se vaya.
Andá haciendo el equipaje ligerito te
conviene, mira que el incendio viene
apróntate para el viaje.
Y a lo mejor se calienta y te obliga a
que te quedes, mira que a todos
ustedes habrá que pedirles cuenta.
Si está entregando al país y habla de
soberanía, quién va a dudar que usted
es soberana porquería.