Este miércoles 4, se llevará a cabo el segundo debate de los candidatos a gobernador de Tamaulipas. Será también el último, organizado por el IETAM, que protagonizarán los ocho aspirantes a ese puesto, en el actual proceso electoral.
Y la pregunta surge natural:
¿Valdrá la pena verlo, escucharlo o leer al día siguiente las crónicas sobre el resultado del mismo?
En lo personal, estoy seguro que sí será importante seguirlo. Inclusive, con mayor atención que al primero.
Para muchos de los ciudadanos tamaulipecos –me atrevo a pensar que para la mayoría– el encuentro verbal inicial escenificado por los representantes de siete partidos y uno de perfil independiente, fue en la misma medida un intercambio de lodo y una pérdida de tiempo. Con esa visión, opinan, es factible aventurar que la siguiente participación será más de lo mismo.
Su servidor opina lo contrario.
Necesitarían ser los candidatos, como dicen los argentinos, unos completos pelotudos –en México les decimos de una manera más sonora– para repetirle la misma dosis a los votantes potenciales, tras la felpa que les endosaron por la pobreza mostrada en sus planteamientos en la anterior experiencia.
Tengo la certeza de que el debate del próximo miércoles será el verdadero. Será el que exhibirá la realidad de cada uno de los aspirantes y será el que posiblemente defina las preferencias ciudadanas en la segunda mitad de la campaña por la gubernatura. Si el primero sirvió solamente para poner sobre la mesa las miserias de la mayor parte de los candidatos, el que le sigue deberá mostrar sus fortalezas.
Como asienta una frase popular, no les queda de otra.
Quien únicamente insista en tragar y hacer tragar lodo, quien prosiga tratando solamente de descalificar al adversario para exhibir al peor y no al mejor, quien sólo sepa jugar al error ajeno, será precisamente quien muestre su incapacidad como un potencial estadista.
Y no se equivoquen. No me parece que lo recomendable es poner la otra mejilla al recibir una bofetada, porque eso aunque parezca un gesto noble, en política se toma como un acto de cobardía. No, lo que reclamamos los tamaulipecos son respuestas con altura de miras, con razonamientos e ideas sustentadas y no con una sarta de golpes propios de buscabullas de callejón.
¿Es de ilusos esperar esto?
Tal vez, pero si los candidatos volverán a optar por el camino del agravio y en algunos casos hasta del insulto, a muchos ciudadanos nos quedará un ligero consuelo:
Por lo menos les concedimos el beneficio de la duda…
EL CIERRE
El dominio de las actividades electorales ha sido tan abrumador sobre la vida política del Estado, que a muchos no les ha permitido valorar otro escenario. Me refiero al gubernamental.
Sin ruido ni aparadores iluminados, la administración estatal no ha cedido en el trabajo comunitario. No lo vemos en comunicados oficiales porque la ley prohíbe hacerlo, pero el cierre del gobierno de Egidio Torre Cantú será, como se aprecia, uno de los más aseados en lo que a finanzas públicas se refiere.
Para algunos se ha ejercido mano dura en el manejo de los recursos, pero esa política es precisamente la que permitirá respirar a los proveedores de las dependencias estatales al término de esta gestión, al recibir sus pagos respectivos.
Como asienta una perla de la sabiduría oriental: El valor de una acción no se mide por cómo se inicia, sino por cómo se decide terminarla…
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