CIUDAD DE MÉXICO.- En India, Kenia y Perú, diversas ONG están ayudando a las comunidades a superar la escasez de agua utilizando un poco de la sabiduría del pasado.
En India, a lo largo de las grandes franjas del desierto de Thar, las técnicas tradicionales para recolectar el agua de lluvia ayuda a sobrevivir a los aldeanos, que durante siglos se enfrentan por estas fechas a oleadas de calor.
Entre las más hermosas de dichas técnicas figuran los huecos de escalera” (baolis), que son grandes estructuras de piedra que proveen agua para su ingesta y para la agricultura.
Los baolis han existido durante al menos mil años, fueron ideados en ciudades y serais (pensiones para viajeros) a través del desierto y en Delhi.
Los hay de todas formas y tamaños y, esencialmente, son reservorios construidos en la tierra.
El agua subterránea se extrae de un pozo circular en el fondo y el agua de lluvia se recoge desde arriba.
Una serie de escalones, puestos en más de una cara de la estructura, conducen hasta el nivel del agua, que fluctúa dependiendo de la cantidad de lluvia.
Las ONG han echado mano de bombas eléctricas para ayudar a recuperar el agua.
“Los huecos de escalera están tan grabados en la memoria colectiva de la gente que ahora son parte de su ADN”, contó a The Guardian Farhad, contratista de Sambhaav Trust, un grupo de conservación ecológica.
En Delhi sólo existen 15 baolis, y los grupos locales luchan por protegerlos y preservarlos.
En Makueni, un poblado con uno de los ambientes más inhóspitos de Kenia, los diques de arena, inventados por los romanos en el año 400 a.C., ayudan a la recolección de agua para las necesidades domésticas y agrícolas.
El suelo franco arenoso de la región tiene poca vegetación además de unos cuantos arbustos espinosos y algunos gigantescos árboles baobab.
Con una precipitación anual de 600 milímetros, es prácticamente imposible que se practique allí la agricultura.
El acceso al agua es un gran problema en Kenia. El 63 pot ciento de la población utiliza una fuente mejorada de agua potable y el 46 por ciento vive por debajo del umbral de la pobreza.
Las mujeres y niñas en África subsahariana invierten hasta cuatro horas al día en buscar agua.
Pero las cosas están cambiando para mejor gracias a los diques de arena.
Estos se elaboran mediante la construcción, a través de un río estacional, de una pared de hormigón.
A medida que el río fluye, la arena del agua queda atrapada en la pared. Con el tiempo, las capas de arena se acumulan creando un depósito de agua, la cual permanece en su guarida de arena aunque el nivel del agua baje.
La evaporación del agua resguardada es virtualmente imposible -sin importar lo intenso que sea el sol- y el agua es segura para su consumo ya que la arena actúa como un filtro.
La Fundación de la Presa de Arena África (ASDF, por sus siglas en inglés) ha facilitado la construcción de las presas junto a Desarrollo Excelente (ED), una ONG con sede en Reino Unido que ha permitido la construcción de 838 presas de arena en tierras secas rurales a través de ocho países.
El milagro es tal que los aldeanos se están uniendo para formar grupos para la construcción de las presas e iniciar esquemas económicos basados en la agricultura.
Por último, en Perú, por la llanura de montaña sin árboles que une al país con Bolivia, los agricultores han batallado durante miles de años por agua, al encontrarse a 4 mil metros sobre el nivel del mar.
Los científicos predicen que el cambio climático hará que el clima del altiplano aún más inclemente e impredecible.
En respuesta, los agricultores de hoy en día están reviviendo un sistema ancestral de cultivo y riego.
El sistema se asemeja a un jardín-laberinto. Los suqakollos o waru-warus son un sistema de zanjas llenas de agua para el modelado de las tierras de cultivo elevadas.
Alipio Canahua, un agrónomo que trabaja con la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO), explica que el sistema agrícola antiguo, que podría tener 3 mil años de antigüedad, en realidad crea su propio microclima.
“Captura el agua cuando hay sequías y ocasiona pérdidas de agua cuando hay demasiada lluvia, lo que significa que riega los cultivos durante todo el año.
“En cuanto a la temperatura, hemos medido un aumento de tres grados centígrados en el entorno inmediato alrededor de ella – esto puede salvar un porcentaje significativo de los cultivos de morir en las heladas”, resaltó.