EL MANTE, Tamaulipas.- Guadalupe y Jesús son dos jornaleros que viven en ejidos de El Mante y González, trabajan en lo que se puede y cuando se puede, ganando cantidades promedio que van de los 85 a los 95 pesos por día.
El primero de ellos, tiene prácticamente toda su vida trabajando en el campo, en el jornal y actualmente cuida vacas, en un empleo que tuvo la fortuna que sea “casi de planta”, por el cual percibe 600 pesos a la semana.
Jesús, de un ejido en los límites entre El Mante y González, dice que mientras sea trabajando honradamente, le “hace a todo”.
Ha pizcado chile, cortado caña, cuidado vacas y borregos, atendiendo un rancho y aunque un tiempo trabajó y vivió en Estados Unidos, la vida lo regresó a su comunidad, en la que afortunadamente tenía al menos dónde vivir.
“Yo le entró a todo”, dice entre risas, afirmando que por trabajar no se raja, pero luego confiesa que “la chinga”, es mucha en ocasiones comparado con lo que se gana, pues cuando mucho y trabajando jornadas extenuantes, llega a obtener de 120 a 150 pesos.
Aquí, este tipo de trabajo con estas “ganancias”, es muy común, el jornal así es, dicen aquí sin asomo de resignación y con mucho apego a su realidad.
Américo Ibarra, productor y ex comisariado ejidal en el Poblado Plan de Ayala, que aglutina a más de una veintena de ejidos, afirma que el jornal promedio se paga a 90 pesos, con actividades que van desde el chapoleo, hasta el corte de cebolla o pizca de chile.
El problema, es que no siempre hay trabajo o no hay para todos y es cuando las familias subsisten con ingresos mínimos, satisfaciendo en ocasiones de forma elemental sus necesidades y sufriendo el embate de la falta de empleo y por supuesto, de ingresos.
“Desafortunadamente, en los ejidos, de un 30 a un 50 por ciento de quienes ahí viven no poseen tierras, es decir; no son campesinos y su única opción es emigrar o dedicarse al jornal, lo que significa atravesar por esta situación de falta de trabajo, de salario insuficiente y por supuesto de pobreza en muchos de los casos, por no decir en todos”, dijo.
Hacen falta proyectos
La regidora comisionada en equidad y que encabeza un grupo amplio de mujeres campesinas, Narcisa Cepeda, afirma que lo que hace falta en el campo es voltear a ver también a aquellas familias que no son dueñas de tierras.
Explicó que si bien es cierto para el campesino la problemática económica es fuerte, para quien no lo es todavía más, dado que viven de lo que ganan cuando hay trabajo y el jornal se les paga a muy poco, además de que no tienen la esperanza de recuperar algo de dinero con una buena cosecha.
Dijo que se requiere que en el campo como en la ciudad, se dé un impulso al autoempleo y cursos para que las mujeres y los hombres que no son ejidatarios, pero que viven en esas comunidades, puedan ser autosuficientes ofreciendo algún producto o servicio.
“Pero no estamos hablando nadamás de capacitarlos, sino de aterrizarles un proyecto como se daba antes, de instruirlos para que sepan cómo invertir o manejar lo que se les otorgue ya sea recursos o un bien y que sepan cuidar ese apoyo y se ayuden en su economía, es todo un esfuerzo”, dijo.
Agregó que en el campo, ya no se brindan como antes proyectos productivos y es escaso o casi nulo, el apoyo para que la gente se integre a actividades o reciba los conocimientos que le aseguren el reforzamiento de sus ingresos.




