A mes y medio del 5 de junio, la campaña por la gubernatura del Estado sigue siendo un vivero de especulaciones.
Ayer, el Instituto Nacional Electoral dio a conocer el reporte de gastos oficiales de los partidos contendientes. Y las cifras mueven a un mar de interpretaciones que pasan, conforme a cada caso, de lo festivo a lo trágico.
No le quitaré el tiempo con balances supuestamente aritméticos. Si usted lo desea, puede consultar en la edición de este periódico la numeralia oficial correspondiente en la nota del reportero Arturo Rosas, para asomarse a los gastos de campaña que registraron esos institutos en la búsqueda del Poder Ejecutivo de Tamaulipas. Ahí se establecen los pormenores del informe.
No. Para su servidor lo interesante radica en el saldo que obtuvieron ganador, perdedores y sociedad, en la visión sobre el manejo de esos recursos.
¿Por qué es eso lo que llama la atención?
Porque este binomio inversión-resultados, en donde Acción Nacional gastó, conforme al INE, cinco veces menos que el PRI, da al traste con el perfil de las campañas tradicionales en México, en donde dos condiciones siempre habían sido las reinas de esas contiendas.
La primera regla de oro –hasta hace poco incuestionable– siempre había sido que las campañas se ganaban con dinero. Con mucho dinero. A esa certeza le seguía en importancia otra directamente relacionada con la primera: la aplicación correcta de ese recurso.
Hoy, los protagonistas de ese proceso se estrellan con otra realidad para las dos vertientes mencionadas. La primera es que las carteras repletas ya no son en estos escenarios garantía plena de un alegre resultado, lo cual debe obligar en primera instancia a los partidos y en especial al Revolucionario Institucional –si en verdad quieren recuperar terreno– a redefinir su ingeniería electoral, anclada en un pasado cuya vigencia es evidente ya alcanzó fecha de caducidad.
¿Y la regla sobre la adecuada derrama financiera?
Como diría el genial Cantinflas: ahí está el detalle, porque todo indica que este apartado fue el talón de Aquiles tricolor.
En política, como en todo o que sucede en el mundo, diez pesos o diez millones de ellos tienen el mismo beneficio –nada– si no existen en su uso dos atributos fundamentales: oportunidad y destino. La primera para aprovechar los tiempos correctos y el segundo para hacer producir el capital
Así que la lección, sintetizada en fríos números, está en el pizarrón de la clase de matemáticas políticas. Que la entiendan, requiere que los alumnos –los derrotados– tengan un buen maestro, lo cual traducido al terreno político significa un buen líder.
Buena suerte al ganador y también a los perdedores…
ALUD RIESGOSO
Una postura de los comerciantes de la zona sur tamaulipeca, específicamente en Altamira, podría convertirse en un alud que de no detenerse acentuaría la problemática sobre inseguridad pública en el Estado.
La Cámara Nacional del Pequeño Comercio, que en esa región posee una importancia incuestionable, dio a conocer que presentará a la SEDENA una petición oficial para que se les permita a los afiliados a ese organismo, tener armas legalmente, para defender sus vidas y patrimonios. Y lleva ya diez solicitudes formales.
Cuidado. El malestar social crece en forma desmesurada y si esa percepción alcanza otras regiones del Estado, podría llevar a una carrera armamentista cuyos riesgos son impredecibles…
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