Uno de los grandes poetas universales fue y es Cesare Pavese.
Lo he leído y lo he sentido en mi existencia. Pavese es el poeta de la pasión y el coraje. Hay una frase que me fascina y que encontré en su Oficio de Vivir, su diario íntimo cuando dice»Los grandes poetas son como los grandes amantes, no vasta con el heroísmo, se necesitan «Los guevos duros». Que no es otra cosa que el Ojo Olímpico». Pavese se suicida en un momento en que su poesía entra en la discusión ideológica. Y escribirá con lápiz del punto final de su existencia.
Poesía es pasión e inteligencia. En Cesare Pavese es pasión, en Octavio Paz, inteligencia.
La poesía dice Gabriel Celaya «Es una arma cargada de futuro», un futuro de lo impredecible donde el poeta sortea su existencia en los vaivenes de la cosa cotidiana.
Inmerso en su palabra donde nacen muchas palabras pretende hacer un arco y darle a la Diana en la cabeza como si fuera una musa obstinada en ponerlo en jaque.
Dice un dicho popular que los niños y los borrachos dicen la verdad.
Tal vez por eso los grandes poetas mueren jóvenes.
La belleza de Apollinaire es encontrar la luz en la forma poética que más tarde el pintor Paul Cezanne descubriría el cubismo de la forma.
Que pintores como Picasso transformarían el mundo de las formas en todas, todas las expresiones desde las artes visuales a la arquitectura. El poeta construye y destruye.




