Aunque para algunos pudiera parecerlo, no es una noticia para nutrir al anecdotario o para incluirla en la lista de situaciones curiosas. Por el contrario, nos debería quitar el sueño a muchos tamaulipecos.
Ayer, una denuncia de comerciantes en el sur del Estado, debió haber encendido las luces de alarma no sólo entre las autoridades de esas latitudes sino en todos los sectores sociales.
Me refiero a los casos de robos “hormiga”.
¿Qué tiene de raro o preocupante un delito de poca monta que prácticamente en forma cotidiana se lleva a cabo?
Lo inquietante no es el ilícito en sí, sino quienes son las que lo están perpetrando ahora: son amas de casa.
De acuerdo a lo manifestado por un regidor tampiqueño, los hurtos dentro de los establecimientos son principalmente de alimentos como una lata de frijoles, sobres de leche en polvo o bolsas de pasta para sopa. Junto a esos productos aunque en menor medida, también los medicamentos son un objetivo.
Es evidente el motivo de esos delitos: la extrema necesidad de esas mujeres para alimentar a su familia o procurarles alivio de una enfermedad.
Los casos ya tomaron un cariz más grave. Las infractoras empiezan a cruzar los límites de la prudencia e inclusive sustraen la mercancía –tapas de huevo, litros de aceite o kilogramos de frijol o harina– del interior de vehículos, aprovechando un descuido de sus propietarios, hechos en los que hasta ahora, por fortuna, no ha existido violencia de por medio, pero la cual podría surgir en cualquier momento y en cualquier lugar.
No es éste un robo “hormiga” cualquiera. Tiene un fondo mucho más doloroso y generalizado. Queda claro que es el producto de un problema real en miles de familias: hambruna.
¿Podemos imponer a una persona así la etiqueta de delincuente?
La ley no admite interpretaciones en ese sentido. En apego a su letra, el robo en cualquier modalidad es un delito y sanseacabó, pero no es posible calificarlo de esa manera si comprendemos la desesperación de una madre al no poder alimentar a un hijo o a varios.
No es sólo un tema para un reportaje estrujante o para un documental social. Son circunstancias que van más allá de una infracción a la ley y se adentran en los terrenos de un drama económico y social, que hoy arroja las primeras señales de un riesgo que de no atenderse podría crecer mucho más.
Una pregunta concreta esa posibilidad:
¿Hasta dónde puede llegar una madre o un padre de familia, sin dinero para llevar alimentos básicos o medicinas a su familia?
No hay manera correcta de contestarla, porque no conocemos el tamaño de las emergencias que puedan vivir y por lo tanto cuáles serían sus consecuencias, así que lo mejor es atender desde ahora este problema mediante la oportunidad de empleos dignos y duraderos.
Lo mejor, es no tener que hacer esa pregunta sobre un robo que en esas circunstancias casi parece legítimo.
Porque imaginar una respuesta de hasta dónde pueden llegar, en verdad eriza la piel…
LES VALE MAD…
Las acciones del gobierno federal para resolver el problema creado por la CNTE, no es una lucha para resolver una diferencia de opiniones sobre educación pública. Es una lucha contra la obstinación y el valemadrismo, si me permite la crudeza del término.
El anuncio de los líderes de ese organismo de mantener los bloqueos, es la mejor prueba de ello…
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