El Partido Revolucionario Institucional todavía no vive en el plano nacional sus peores momentos.
Tormentas más severas asoman en su horizonte a mediano plazo, amenazando con llevarse entre sus vientos a la mayor parte de los satélites estatales. Y Tamaulipas no sería la excepción.
¿Por qué esa percepción?
La causa tiene nombre y apellidos: Manlio Fabio Beltrones Rivera, el ex dirigente nacional de ese instituto.. El sonorense, lejos de la histórica disciplina que antaño le dio tantos triunfos al tricolor, ha empezado a mover sus hilos para no perder su lugar entre los aspirantes a la candidatura por la Presidencia de la República. Nadie puede pensar que su reingreso a las columnas periodísticas y cotilleos de café y pasillos palaciegos es obra de la casualidad. En política, todos lo saben, no existen el azar ni lo fortuito.
Sin embargo, el problema real del PRI no es el objetivo que persigue el anterior líder nacional de ese partido. Ese es, se podría decir, el mal menor.
Lo inquietante para sus cúpulas y en especial para su mando auténtico, el presidente Enrique Peña, es el bosquejo de reto que ya puso sobre la mesa Manlio Fabio. El mensaje es claro: Beltrones no tiene intenciones de subordinarse a la decisión presidencial.
¿Cuáles podrían ser las consecuencias de un desafío de esa naturaleza?
Para empezar, una postura así evidencia que hay corrientes a las que les queda claro que las debilidades peñistas son más grandes que sus fortalezas. Para decirlo en lenguaje popular, “lo pueden agarrar cansado”.
Si prospera la rebeldía beltronista, junto a ella aparecerán otras parcelas de poder que también intentarán llevar agua a su molino, lo cual podría llevar al PRI a ser un símil de las tribus que forman al Partido de la Revolución Democrática y desde luego, a una torre de Babel donde nadie se entienda con nadie.
Más claro: No habrá fiel de la balanza que sea respetado.
De concretarse, este posible vendaval arrastrará a las dirigencias estatales, minadas ya en varios estados por encabezar ahora, algunos por vez primera, a la oposición, en terrenos donde la división prospera y el dinero escasea.
Este escenario hace imperativo para los priístas en Tamaulipas, como en otras entidades donde ya no representan el partido en el poder, a definir sus liderazgos casi de inmediato, en nivel de urgencia, para evitar que los relevos se contaminen con influencias ajenas a su líder histórico, el Presidente. De lo contrario, será un juego de vencidas en términos de lealtades. Las dudas afloran en ese sentido:
¿A quién obedecería, si él fuera el elegido, Marco Antonio Bernal, ¿a Enrique Peña o a Manlio Fabio Beltrones?
¿A quien le entregaría su fidelidad Enrique Cárdenas?… ¿Al Presidente o a otra fuerza política con la cual coquetea?
¿A quién atendería Edgar Melhem?… ¿A Peña Nieto o a Luis Videgaray?
Y la lista puede extenderse a todos los aspirantes.
Sí, aún le faltan huracanes que enfrentar al PRI. Y si no hay un capitán diestro, el barco corre peligro no sólo de sufrir averías como hasta ahora sucede, sino inclusive de naufragar.
VACACIONES
Van una sugerencia y un buen deseo.
Cuídese y cuide a sus seres queridos en este período vacacional. Ya han fallecido diez personas en lo que debería ser una grata experiencia y en muchos casos es una tragedia.
El buen deseo es que este descanso sea perfecto. Que lo disfrute y regrese a casa y a sus labores para contar y recordar, sólo alegrías…
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