CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- Como resultado de la violencia, la extorsión y los secuestros, cerca de 59 mil tamaulipecos huyeron del estado y fijaron su lugar de residencia en otras entidades del país, en busca de un ambiente más seguro para sus familias y su patrimonio, reveló un estudio del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
De acuerdo con la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID), a cargo del Inegi, la mayoría de los ciudadanos que abandonaron el estado residían en los municipios de Nuevo Laredo, Victoria, Mier, Camargo, Miguel Alemán, Díaz Ordaz, San Fernando, Soto la Marina e Hidalgo.
Tan sólo en Nuevo Laredo, el Instituto Municipal de vivienda reportó que en 2014 existían más de 25 mil casas abandonadas, ya que sus ocupantes las dejaron a raíz de la ola de violencia que se acentuó de 2010 a la fecha.
Situación similar se vivió en Hidalgo, donde se estima que más de 10 mil habitantes salieron del municipio luego que sus viviendas y negocios fueron quemados por delincuentes, dejando comunidades casi desiertas.
El propio alcalde Manuel Guerrero Gamboa, reconoció que los peores momentos vividos en este municipio transcurrieron entre 2010 y 2013, cuando el crimen dejó casi vacíos a por lo menos tres ejidos importantes de esta región.
«Nada más la gente mayor y los niños quedaron en ejidos como Oyama, Los Ángeles y El Chorrito, que fueron los más azotados por la inseguridad», comentó.
Sin embargo, explicó que esta región poco a poco se ha recuperado, al reactivarse la economía y hacerse una campaña de promoción turística para devolverle la vida a la zona de El Chorrito, la presa Pedro José Méndez y la propia cabecera municipal.
«La zona que más resintió los efectos de la inseguridad es sin duda el santuario religioso de El Chorrito, donde existían más de dos mil habitantes, los cuales vivían principalmente del comercio, venta de alimentos, artesanías, renta de estacionamientos, entre otros, de los cuales emigraron el 70 por ciento de las familias». El edil Guerrero Gamboa dijo que una de las comunidades más afectadas por la inseguridad fue el ejido Los Ángeles, donde sólo tres familias quedaron de las más de 50 que existían.
«Tuvimos que cerrar hasta las escuelas que había, porque no había gente, porque todos se fueron por la situación de inseguridad que se vivió en ese lugar».
Agregó que ahí también la situación ya se está normalizando, y el pasado 19 de mayo se volvieron a abrir las escuelas, luego del regreso de familias.
En la actualidad, el único lugar donde prevalece el problema de migración es en el ejido Oyama, donde viven nada más las personas de muy avanzada edad, ya que el 80 por ciento de sus habitantes, entre jóvenes y adultos, emigraron a otros lugares por la situación de inseguridad.




