Se sabía en el gobierno federal que el informe que daría la Comisión Nacional de Derechos Humanos sobre Tanhuato, no les sería positivo. Tuvieron en sus manos el reporte que dio a conocer el jueves pasado unas seis horas antes de que se difundiera a la opinión pública, lo que provocó reuniones en la Secretaría de Gobernación para desarrollar las líneas generales de la respuesta, que se acordó sería dada por el comisionado nacional de Seguridad, Renato Sales, el mismo día. Lo que sucedió entre la tarde del jueves y la mañana del viernes es la metáfora de la administración del presidente Enrique Peña Nieto: ante los ojos de México y el mundo, su gobierno es un represor que realiza ejecuciones arbitrarias. La reacción del gobierno fue rápida en reflejos, pero desarticulada en su acción.
El informe del documento se combatió en la opinión pública con una espada de papel. El comisionado Sales, que no estaba en el cargo cuando en mayo del año pasado la Policía Federal ejecutó –de acuerdo con el documento de la CNDH- a 22 personas, quemó a dos más, y alteró los hechos de un enfrentamiento con un grupo reducido de civiles identificados con el Cártel Jalisco Nueva Generación y otros más, artesanos, obreros y trabajadores que se encontraban en el rancho con los criminales, respondió a testimonios y fotografías que sustentaban las conclusiones del documento, con una respuesta sustentada en un acto de fe –“la Comisión no pudo probar ejecuciones”-, y galimatías -¿por qué si existen protocolos en la Policía Federal para el uso de la fuerza, pidió que se legisle sobre protocolos sobre el uso de la fuerza?-.
Sales se comió todo el paquete al estilo del gobierno peñista, que no supo articular una estrategia de contención y contraataque político y mediático que pudiera neutralizar el daño que sus actos y omisiones le producen. Desde el jueves por la tarde, el responsable de la investigación del Caso Tanhuato, Ismael Eslava, primer visitador de la CNDH, habló con los medios que solicitaron entrevistas con él. Sales se encerró, por decisión de Los Pinos –desde donde se maneja la política de comunicación social del gobierno-, y regaló todos los espacios de opinión pública de la tarde y noche del jueves. En términos mediáticos, la CNDH tuvo un día de campo. Horas valiosas para contrarrestar el impacto, fueron perdidas por un diseño, una vez más, fallido.
La operación de medios de Los Pinos, vista con claridad en los periódicos de la ciudad de México el viernes, fue desastrosa. La prensa salió dividida: quienes encabezaron Tanhuato con las ejecuciones extrajudiciales, con la respuesta de Sales en segundo término, y quienes titularon con Sales y dejaron la acusación de la CNDH con una jerarquía inferior. Esto sería natural en una arena pública donde pese a las presiones y amenazas de los operadores de medios en Los Pinos, no pueden realmente controlar. Lo que muestra las deficiencias de su accionar es que entre los medios que optaron por la primera opción, se encuentran uno de los periódicos que más dinero han recibido en publicidad en esta administración. Dócil en anteriores ocasiones, reventaron en su principal encabezado la acusación sin precedente contra un gobierno mexicano.
A la mala operación mediática se le sumó la mala operación política. Quien menos tenía que proponer una ley nacional para establecer regulación y protocolos sobre el uso de la fuerza es, precisamente, quien asegura que la operación en Tanhuato fue acorde con los protocolos sobre el uso de la fuerza. ¿Por qué urgir una nueva ley si existen los procedimientos? Si hay necesidad es porque hay carencia, si hay carencia, ¿en dónde se sustenta la respuesta de Sales? No tiene sentido. La Policía Federal sí se maneja con reglamentos y protocolos, pero en Tanhuato violaron el código de conducta y el documento de los Principios Básicos Sobre el Empleo de la Fuerza y de Armas de Fuego por los Funcionarios Encargados de Hacer Cumplir la Ley. Con ello, el uso excesivo de la fuerza vino natural.
Sales no admitió que su policía violó la ley, y a cambio propuso una nueva ley. Esto es algo así como decir si mis prácticas no se ajustan a la realidad, mejor cambio la realidad.
¿Por qué llevar a Sales a decir una verdad de Perogrullo? En el gobierno peñista siguen pensando que la comunicación política es vertical, por lo que un despliegue horizontal para abrir flancos de interés informativo, es algo que no entienden. El gobierno se quedó solo, defendido por Sales. Las reacciones en la prensa mexicana fueron acompañadas por la cobertura en la prensa extranjera, particularmente la estadounidense cuyo enfoque fue el de una matanza extrajudicial en Tanhuato. La afirmación de Sales que la Policía Federal había actuado en “legítima defensa” y el uso de sus armas fue bajo los principios de “necesidad, racionalidad y proporcionalidad”, pasó a un lejano segundo plano.
Un ejemplo fue una declaración que por escrito distribuyó José Miguel Vivanco, director para América Latina de Human Rights Watch, con sede en Washington y una de las más respetadas por su defensa de derechos humanos en el mundo. “Desafortunadamente –dijo-, las atrocidades cometidas por los agentes del Estado, inicialmente negadas por funcionarios del gobierno, que terminan en impunidad, se han convertido en un patrón. La evidencia de los asesinatos por parte de las fuerzas de seguridad mexicanas continúan apilándose”. Ante esto, el gobierno se quedó pasmado.
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