No solo en forma el mimetismo es en realidad una transformación del espíritu que la forma integra socialmente. Como los animales y las plantas el mimetismo político asume una coloración diferente. El color define al nuevo organismo de defensa y subsistencia. Los y las que antes eran “trigarantes”, o sea “sandiarios” ahora son pájaros azules como los gorriones canadienses.
Acomodarse socialmente también implica dejar la zalea y la dignidad en una batea de babas de lambiscones y lambisconas que buscan ser parte del nuevo set del poder.
Me decía un sabio amigo, que ha ocupado cargos de desarrollo de personal y recursos humanos que resulta imposible que un solo partido en el poder que cede su bastión a otro pueda abandonar a sus trabajadores de base y menos al personal eventual. Los nuevos poderes tienen que acudir a los recursos que le heredaron.
Pero la disputa mayor del mimetismo político es la posición en la pirámide social que los ha enriquecido de manera extraordinaria y de una medianía social brincan los escalones de la eternidad de la riqueza en donde se consolaran varias generaciones.
No es propio de nuestra ciudad y estado, es propio de todo un país clasificado como uno de los lideres mundiales de la corrupción.
Nada extraordinario es, por lo tanto la cadena social de ”mimetistas” que integran el cinturón ecológico de la clase social alta o dominante que festejan los cambios porque en realidad no hay cambios sino un acomodamiento de la estructura mimética, esta suerte de heráldica, que confiere la herencia del poder. Por eso la coloración azul en aquellas y aquellos que fueran tricolores es admisible.
No hay dignidad y menos decoro. Lo que importa es la salud social del presupuesto. El enriquecimiento ilícito, la hipocresía de una pequeña sociedad que le vale muy poco el bien sin mirar a quien.
La Biblia dice que es más fácil que entre por el ojo de una aguja un camello que un rico. La historia del hombre demuestra que es más fácil que entre por ese ojo un rico que un camello. Todo socialmente; adulterios, anulación de matrimonios y el sitio social correspondiente. Una sociedad hipócrita, advenediza, oportuna e inteligente que entrega su zalea y la lengua al orden del poder en turno.