6 diciembre, 2025

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Cuadrante político

Herencias

Cuadrante Político

Muy triste el panorama que heredan los gobernadores priistas a sus sucesores del PAN en la república. La mayoría de los mandatarios estatales que dejan sus cargos,  concluyen sus respectivos sexenios en medio  de la inseguridad.

Los casos que asoman en la punta del iceberg  son los de Javier Duarte en Veracruz; Roberto Borge, de Quintana Roo; Rodrigo Medina en Nuevo León y de César Duarte en Chihuahua.

Aquí en Tamaulipas, ayer concluyó  formalmente la administración de Egidio Torre  Cantú. Una de las evaluaciones que se han formulado en relación al reciente periodo de poder, es la drástica caída de la inversión pública. En el 2009, hacia el final del gobierno antecesor, era por el orden del 30.2  por ciento, pero
para el 2014, era de un  raquítico 3.2 por ciento.

De acuerdo con la encuesta nacional sobre Victimización y Percepción de la Inseguridad Pública, la opinión de los ciudadanos en el 2011, era de que un 13.9 por ciento se sentía segura, pero en el 2015 la calificación de la sociedad sobre la seguridad, disminuyó hasta un 11 por ciento. Este dato duro se ubicó entre los
más angustiantes del país, dado que el promedio nacional en la percepción de la seguridad, fue del 24.5 por ciento.

En lo que se refiere al Secretariado Ejecutivo  del Sistema Nacional de Seguridad Pública, la tasa de homicidios dolosos en el 2015, disminuyó en relación con el 2011. De 25.32 a 15.4 por ciento. Lo anterior fue un valioso punto a favor para Egidio. Aunque en este 2016, la situación de la violencia se desbordó, sobre todo en la capital del estado.

De acuerdo con los datos de la Encuesta  Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental, (ENCIG 2013), o sea, la mitad del sexenio egidista, Tamaulipas llegó a ocupar el lugar 26 en el país en materia de corrupción. En lo inherente a percepción ciudadana, dicho rubro mejoró todavía más, ubicando a la entidad en el
lugar 30. Según los sondeos se detectaron un promedio de 6,036 ciudadanos afectados por este fenómeno, entre cada cien mil habitantes.

En lo que se refiere a educación, las cosas mejoraron, reflejándose en una disminución  de reprobados y bajas calificaciones que fueron  de 81.3 a sólo 60 por ciento en Matemáticas. Y de 74.9 a 61.2 en español.

Los números aceptables hasta la primera mitad del sexenio egidista, tal vez se reflejaron con los resultados de las elecciones locales celebradas en el 2013,
donde solamente el 28 por ciento de los municipios se decidió por la alternancia. Parecía que hacia la mitad del sexenio, ETC la llevaba bien, y hasta ese momento nadie presagiaba la debacle priista que sobrevendría en junio de 2016.

El Talón de Aquiles de este régimen fue siempre la inseguridad. Pero dicha orfandad  ciudadana se agravó considerablemente por la falta de inversión pública en materia de servicios e infraestructura. La combinación de la violencia, la injusticia, la impunidad, con la falta de una política de Desarrollo Social adecuada, fue el coctel explosivo que produjo la derrota del PRI ante los panistas.

En lo que se refiere a la obra pública y de los servicios se puede decir que más que crear  obras nuevas, ETC se dedicó a remozar las ya existentes.

Otro apunte digno de anotar, es que pese a la fuerte inversión en el tema de la seguridad, este rubro empeoró en lugar de disminuir.

La inseguridad y el alejamiento de la sociedad, en materia de obras y de satisfactores, fue, para muchos, uno de los factores primordiales para que la ciudadanía tamaulipeca optara por  el candidato panista en la pasada elección de junio.

El sintomático deslinde de Cabeza
Si la forma es fondo, se trata de un  contundente deslinde. Así lo definen los especialistas del tema político en Tamaulipas. Me refiero a la sintomática ausencia de Francisco García Cabeza de Vaca.

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