La sabiduría popular tiene entre sus perlas literarias una frase aplicable en prácticamente todos los terrenos:
“En río revuelto, ganancia de pescadores…”
El PRI en Tamaulipas es un ejemplo claro de esas palabras. Hoy, el desorden y la ausencia de mando que privan en ese instituto político, están permitiendo que en ese río imaginario hasta los pescadores de cayuco –como le dicen los veracruzanos a sus modestas lanchas de remos– intenten desplazar a los capitanes de barcos con tecnología de punta.
Me permito citar una muestra de lo mencionado en el caso de Juan Alonso Camarillo –cuyo atributo es ser riobravense– quien anunció en rueda de prensa que pretende ser el líder estatal del PRI.
Como ciudadano y leal militante del tricolor, el fronterizo tiene todos los derechos de luchar por ese objetivo, pero como político, debe reconocerlo él y quienes le puedan seguir, tiempo ha que dejó de ser un activo del mismo. No lo cobija un grupo influyente, está desconectado de las altas esferas, carece de poder de convocatoria y no veo cómo pueda convertirse en el gestor que necesitan esos colores para obtener los recursos básicos –dinero para ser claro– y trabajar por el retorno que anhelan.
No tengo nada personal contra Juan Alonso y hasta le deseo suerte en esa aventura, pero su intento de participación en ese proceso, a la manera de un conejo salido de la chistera de un mago, deja claro que las fichas en el PRI están sueltas en el estado y que los históricos hilos que controlaban sus movimientos no tienen dueño, por lo cual ese partido podría enfrentar en los próximos días una ola de “destapes” personales que añadan más gasolina a la hoguera de confusión y pasmo que ahora vive.
En ese entorno, si ese organismo trata de ser una auténtica competencia política y rescatar los espacios que ahora lo han convertido en oposición, deberían sus simpatizantes y sus aún líderes, recordar una regla de oro:
Los cartuchos quemados no sirven en los fuegos cruzados…
Una decisión acertada
Me agrada la decisión de la nueva administración estatal, de crear una Secretaría de Turismo.
Expongo este beneplácito porque a lo largo de la historia tamaulipeca moderna, esa industria ha sido tema central de ampulosos discursos, elaboración de proyectos monumentales, programas ambiciosos para competir con destinos recreativos del primer mundo –o por lo menos del segundo– y otras lindezas por el estilo. Todos gustamos de cantar y presumir los atractivos naturales de nuestra patria chica, pero también todos somos testigos de los frecuentes fracasos de muchos planes que terminaron como castillos en el aire y en el mejor de los casos, en éxitos a medias. Casi siempre, por falta de dinero.
Este paso para dotar al turismo en los hechos y en el presupuesto de la atención que merece es bueno y espero, junto con muchos tamaulipecos, que sea en la dirección correcta. Esta geografía lo merece…
Buena y mala
Es una buena y una mala noticia.
Ayer, campesinos de Altamira y Mante tomaron instalaciones de dependencias del sector y cerraron la carretera que comunica a la segunda con Valles, para reclamar el pago de su producción. La respuesta a sus demandas fue casi inmediata y desde ayer empezaron a entregarles 29 millones de pesos.
Fue un saldo positivo para los productores, pero negativo para ese entorno, porque ya quedó demostrado que ese es el camino corto para obligar a las autoridades a cumplir con sus obligaciones y con certeza, habrá más casos similares en otros renglones, con pésimas consecuencias para los terceros afectados.
Demonios, si tenían ese dinero ya etiquetado, ¿por qué no lo habían entregado?…
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