Mañana, sábado 1 de octubre, Tamaulipas vivirá una de las experiencias políticas y sociales más notables de su historia moderna.
Después de casi 90 años, un partido diferente al Revolucionario Institucional asumirá formalmente el poder estatal, con Francisco Javier García Cabeza de Vaca como Jefe del Ejecutivo.
Llega este relevo del mando en condiciones sumamente complicadas para el Estado –especialmente en materia de seguridad – incubadas durante décadas a lo largo de la hegemonía priísta, en una aplicación transexenal de la frase que asienta que en México “después de que pasa todo no pasa nada”. En ese lapso nacieron y murieron gobierno tras gobierno y nada cambiaba. Hasta que pasó el 7 de junio pasado.
El arribo de Acción Nacional al gobierno del Estado marca a fuego un giro radical en la política y quehacer público tamaulipeco, pero no altera hasta ahora el estado de emergencia estatal, en donde la necesidad de que retorne el imperio de la ley avasalla a casi todos los demás problemas, por graves que sean, que aquejan a esta patria chica.
¿Cómo se afrontará esta crisis en los años siguientes?
Sería osado e imprudente aventurar un pronóstico de lo que podría exponer el gobernador Francisco García en su mensaje tras la rendición de la protesta de ley, por lo cual optó por acudir al pasado cercano y no tan cercano para pisar sobre el terreno de la historia.
En este escenario, me parece apropiada una recapitulación de la visión de los últimos gobernadores, cuando en su momento tomaron posesión de sus cargos. Palabras más, palabras menos, le invito a un pequeño pero interesante viaje al ayer. Va por antigüedad.
Emilio Martínez Manautou: “En mi gobierno todos los ciudadanos y sus familias caminarán con tranquilidad por las calles. Les ofrezco total garantía de que la ley se aplicará para proteger a la gente de bien. Nada ni nadie habrá sobre ella”.
Américo Villarreal Guerra: “El estado de derecho será siempre la base del gobierno que encabezo desde este día. La justicia llegará a todos y de manera igualitaria. La paz pública es mi prioridad”.
Manuel Cavazos Lerma: “No hay ni habrá lugar en mi mandato para la delincuencia. La combatiré sin excepciones y para quienes crean que están por encima de la ley les advierto: No cambien pesos por libertad”.
Tomás Yarrington Ruvalcaba: “He sido testigo de que muchos tamaulipecos sufren por la inseguridad. Reforzaré las instituciones y profesionalizaré a la policía para que la sociedad disfrute de la tranquilidad que reclama”.
Eugenio Hernández Flores: “Estoy convencido de que sólo con el apoyo de la ciudadanía avanzaremos en la lucha contra la delincuencia. En el tejido social y en la fortaleza de las instituciones encontraremos el mejor camino”.
Egidio Torre Cantú: “Queremos transitar libremente por nuestras carreteras y encontrar a nuestro regreso cada cosa en su lugar; dejar en la escuela a los niños e ir a nuestros empleos con tranquilidad. Vamos a recuperar la paz”.
Han transcurrido casi 36 años desde que Martínez Manautou lanzó el primer compromiso directo de luchar contra el crimen. Cada seis años se ha renovado ese ofrecimiento y ahora, en 2016, el balance no es ni siquiera medianamente satisfactorio para los tamaulipecos. Peor aún, en muchos casos, demasiados, alcanza niveles de drama.
Así, una certeza navega en este proceloso mar de la seguridad pública y nace de las dolorosas experiencias sufridas por decenas de miles de víctimas y de las amargas decepciones que dejaron como herencia los gobiernos anteriores.
Con el respeto que merecen las nuevas autoridades, la sociedad no quiere oír más compromisos. Quiere y reclama acciones.
Bienvenidas sean éstas cuando aparezcan…
Twitter: @LABERINTOS_HOY