Un trabajo pulcro, encantador es el que produce Olga González, la artista de Tampico que nos demuestra la recuperación del tiempo.
Esto quiere decir que vuelve a las representaciones que nos cautivaron hace algunos años cuando el desnudo femenino era el objeto del deseo.
Hoy ha puesto todos los huevos en una canasta selectiva de los manjares estéticos y esto revela y rebela la recuperación de su magia y la autonomía de su maestría fantástica.
Sus abanicos se prenden con el viento como si fueran los ojos de una mujer que ha tocado la vida y el amor.
El color es festivo y las formas eróticas transparentan en los encantos de su pincel.
Celebro la poética que envuelve al huevo como espacio infinito de la pregunta de quién fue primero: ¿El huevo o la gallina?
La respuesta está en el viento de mar que mueve sus palabras desde su corazón de mujer con arrogancia, ternura y extraordinaria calidad expresiva que celebro para bien del arte de Tamaulipas y de México.
Una artista valiosa que nos ha entregado el tiempo en el ir y venir del mar. Estas últimas obras de arte objeto son una razón de existir y de cambiar.
En expresiones diversas como lo es Arte Objeto, en una creación transparente correspondiente a un trabajo cuidadoso. Que no queda en la solución artesanal sino que convierte en un producto simbólico de gran calidad estética. Ha vuelto a la tela, en sus combinaciones de color aun en su sobriedad. Estas expresiones entre el objeto y representaciones en formatos medianos anuncian un cambio y una gran disposición a la expresión abierta y crítica.
Dentro del panorama del arte de la mujer en Tamaulipas, Olga González es una figura de gran aliento que sin duda despertará el interés por las creaciones del nuevo arte mexicano.