El viernes fue día de mucho jaleo político. Por la mañana, Cabeza dio a conocer los nombres de su gabinete, abanicado por las palmeras del Golfo. Aquí en la capital, por la tarde, Óscar Almaraz Smer rindió protesta a las 8:00 de la noche con ocho minutos. Fue un acto austero y republicano, donde se congregó un priismo diverso, que encontró calorcito en el palacio del diecisiete.
Figuras del priismo estatal, como Marco Bernal, Enrique Cárdenas y Rafael González Benavides se aparecieron por ahí. Inexplicablemente sonreían, como si nada hubiese pasado. Pudimos ver también a personalidades del contratismo forever, como los Valdez, cuyos apetitos insaciables, los lleva a seguir merodeando, para no perder pisada y mantenerse como los privilegiados de las facturas millonarias.
La figura del nuevo alcalde capitalino, se erigía como esperanza reivindicadora. Almaraz, fue contundente y dijo que va a transformar Victoria. A limpiarla, a sanarla, de sus llagas existenciales: la inseguridad en primer término, pero también los molestos baches, las calles oscuras y lóbregas que lastiman la dignidad de la urbe, epicentro del poder.
Estuvieron ahí los representantes del gobernador saliente y del entrante: Herminio Garza Palacios y Abelardo Perales Meléndez. El primero guardó un silencio elocuente, pues ante la debacle que le heredan a Tamaulipas, prácticamente ya no hay nada que decir.
Mientras que el doctor en derecho, a quien Óscar se dirigió como “Mi maestro”, dijo que, por su conducto, el gobierno de Cabeza de Vaca, le otorgaba todo el apoyo a la administración municipal, pero además, como un plus de su discurso, agregó que, en su calidad de victorense, con los mismos anhelos de quienes aquí vivimos, lucharía desde su nuevo cargo, para respaldar a Almaraz, en el rescate de Victoria. Así culminó el viernes.
Me dormí a pierna suelta, a sabiendas de que al día siguiente, no acudiría al Polyforum, pero estaría pendiente de todo lo que ocurriese, vía internet.
El sábado, cuando me levanté, el PRI ya no estaba ahí, en esos espacios en los que habitó por más de setenta años. Los vientos de cambio, le habían expropiado la presencia dinosáurica al famoso cuento de Augusto Monterroso. Ya no estaba el PRI, pero a cambio, asomaba un cosmos tamaulipeco que me hizo recordar a Monna Bell, y la canción, “Azul, pintado de azul”.
Las primeras letras de dicha melodía que se estrenó allá por los años sesenta, dicen: “Esta es la historia de un sueño que me hizo feliz, porque al final lo sentía muy dentro de mi. Era un sendero pintado de azul en el cielo, por el que yo, poco a poco me alzaba del suelo. Volaba… hoo, hoo, hoo.
Azules, las pantallas donde asomaba el rostro del nuevo gobernador constitucional, azul la abreviatura de Tamaulipas. Pero no todo era romanticismo.
Porque junto a ese azul poético, al estilo Rubén Darío: “El azul, es el color del ensueño”, se alzaba otro azul, pasional y convulsionado, el azul turbulento como el que asoma en los cuadros de Van Gogh. Azul de pinceladas llameantes y de frases que provocan taquicardias políticas. Azul que se niega a borrar de un plumazo los excesos del pasado inmediato.
Azul sin miramientos que, este fin de semana rompió con el ayuno del silencio mal interpretado por aquellos que, quisieron hacerlo valer, como carnet de impunidad y del “aquí no pasa nada”. Azul que se niega a cargar con los lastres de una herencia cuestionable, cebada en la corrupción y la opacidad.
Azul que sabe que si no actúa, la historia lo puede juzgar a él, ya desde ahorita, como cómplice de lo que el pueblo arrojó al basurero, a través del voto.
El periodismo escrito, le toma la palabra a los vientos de cambio
Ayer, en algunas columnas, como la bien estructurada y amena que escribe el amigo periodista Alfonso García, le toman la palabra al gobernador constitucional de todos los tamaulipecos, Francisco García Cabeza de Vaca, y le muestran una lista de empresas que siguen comiendo a manos llenas, en materia de contratismos.
El poderoso título, no deja lugar a dudas, sobre lo que constituye, uno de los principales enigmas del devenir estatal: “¿Se acabarán los bandidos?. Alude el acucioso editorialista, no a las llamadas “perras flacas”, sino a los verdaderos barones de los negocios multimillonarios. Esos que se llevaron a sus cuentas bancarias, gran parte del millonario préstamo, que nos mantiene hipotecados a todos los tamaulipecos.
Si Cabeza viene en serio, ahí es donde debe mirar primero. De lo contrario, todo podría quedar en mucho ruido y pocas nueces. Por el momento, cuenta con el voto de confianza de todos los ciudadanos de bien, que queremos trabajar y prosperar, en un ambiente de transparencia y de paz social.