Tamaulipas no podía mantenerse ajeno al clamor popular de transparencia y lucha contra la corrupción, tan enquistada en el sistema político mexicano desde hace décadas.
En nuestro país, la transa se normalizó como conducta social. “Nadie puede tirar la primera piedra”, declaró recientemente el presidente Peña Nieto en un inusual acto de honestidad brutal.
Por eso fue tan bien recibido el mensaje del gobernador Francisco García Cabeza de Vaca.
Ni borrón ni cuenta nueva. El que la hizo, la va a pagar.
Las dos frases más citadas por la opinión pública apuntan en la misma dirección: cerrar paso a los actos de corrupción, ¿cómo? derrumbando los muros de la impunidad que tanto daño han causado al Estado de Derecho mexicano.
Trasladar sus palabras a la acción desde luego no será sencillo, pero hay espacio para el optimismo si consideramos que el gobierno panista llega respaldado por un contundente apoyo social.
La fuerza de su victoria en las urnas le otorgó también las herramientas políticas para maniobrar más allá del Poder Ejecutivo, y allende las fronteras de Tamaulipas.
Pero quizás lo más importante es el momento que vive el país. Si en la década de los ochenta y los noventa, la agenda pública estuvo marcada por la exigencia de hacer valer las votaciones, en la década que vivimos, la sociedad se ha unido en torno a un tema urgente: extinguir la corrupción rampante en el sistema político mexicano y castigar a quienes hayan defraudado a la confianza del pueblo.
Con el gobierno de Cabeza de Vaca llega al poder -vía su gabinete, acaso el más joven de la historia- una generación que cree en la posibilidad de un país más justo y, sobre todo, menos corrupto.
Es la misma generación que desde la sociedad civil se ha preparado y organizado, para poner la lupa sobre la actuación de sus gobernantes.
El escándalo inmobiliario por la compra de cientos de hectáreas ejidales en Ciudad Victoria, para después obtener ganancias millonarias a costa de los recursos públicos parece apenas la punta de un iceberg.
Debajo subyace una montaña de abusos y delitos que han enriquecido a la clase política del estado.
2016, con todos los cambios políticos y sociales que ha traído, parece un buen año para sentar un precedente.
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@migueldmz