Si usted, distinguido lector o amable lectora, no recibió invitación para incorporarse al nuevo régimen, y se quedó ya sin chamba por los próximos 6 años; no caliente su cerebrito en buscar una explicación válida para ese negro silencio que ha causado su desgracia, ya que en esta columna trabajamos para usted, y con mucho gusto le surtimos un ramillete de luminosas razones de las cuales puede escoger la que más se ajuste a su nivel de indignación, de llanto o de dolor. El ramillete es el siguiente:
1a.- Usted no fue convocado al banquete de los elegidos, porque desde el día de las elecciones sus enemigos le “enceraron el piso”, y se lo acabaron a intrigas, y por ello cayó totalmente de la gracia del Señor y sus amados discípulos.
2a.- Su problema fue de la imagen, y por ello no pudo llegar usted a la Secretaría de Salud. Comprenda que un individuo con malestares digestivos, y que lanza llamaradas de mal aliento como un dragón enfurecido, no podía encargarse de la salud de los tamaulipecos.
3a.- Usted no llegó a la Tesorería General por culpa del malvado nepotismo. Ese perverso fantasma lo “sacó de la jugada”, cuando dos de sus primos y su “picuda” abuelita agarraron chamba antes que usted, se consideró que ya eran demasiadas mulas en un mismo ejido.
4a.- No culpe a nadie de su infortunio. Usted es la única piedra de su propio tropiezo. Fue eliminado de la lista por conflictivo, “salidor y cremoso”. Durante varios eventos de campaña cruzó usted los guantes con todos, y se “ganchó” con cualquier canalla que cruzaba la calle.
5a.- No fue convocado usted de inmediato a la “Selección Tamaulipeca”, porque está reservado para el segundo tiempo. Habrá un “gabinete de refresco”, y ahí entrará usted para reforzar al equipo, cuando empiecen a salir del campo los primeros sacrificados.
6a.- Su debilidad por la féminas lo perdió. Todo mundo se enteró de esa penosa fiebre erótica que lo ataca a todas horas, y que lo convierte en un sujeto obsesivo y maniático que jamás deja falda sin levantar, y que presume de ser un consumado ”coloso del colchón”. En esas condiciones nadie podía llamarlo, salvo para enviarlo a un hospital psiquiátrico.
7a.- Usted no fue leal al señor ni siquiera un minuto, y cuando las cosas se pusieron feas ”agarró pa’l monte”, y se escondió hasta que pasó el mal tiempo. A nadie engañó con sus zalamerías, y todo mundo supo que traía puestas 3 camisetas.
8a.- En su caso, sí hubo ingratitud, pero así es la grilla y usted debió saberlo antes de entrarle con tanta fe, dinero y emoción. A usted le ocurrió lo mismo que a esas damas motivosas, que a la semana se dieron cuenta de que las demás cobraban. Olvídese de los caballos que regaló, porque sólo regresarán a usted cuando se queden con 3 patas. Resígnese y espere un milagro, una sorpresa o el fin del sexenio.