Es la poesía detenida en la tela
LA POESÍA
Es la pintura en el viento
Que se expande en los ojos
Y en las manos de un murciélago
Que nos visita todas las noches
Para chuparnos la memoria.
Ciertamente que el poeta escribe sensaciones que atrapa de su naturaleza de ser de pasiones y de vida. La vida de un poeta es modesta. El poema no se vende como el producto pintura. El poeta como me dijo el maestro Carlos Pellicer «está jodido…» cuando mi querido amigo y paisano el brillante abogado Gilberto Rodríguez me presentó con el maestro tabasqueño. Le dijo Gilito al poeta Pellicer: «mire maestro, él es el poeta de quien le hablé», refiriéndose a mí.
El poeta Carlos Pellicer me miró de pies a cabeza y me pregunta:
«Ah, ¿usted es poeta?», «Sí, maestro». Y luego me pregunta: «¿Y tiene carro?»
Le digo, «no, maestro». Y agrega: «Un poeta que no tiene auto está jodido…!
Y tenía razón el gran tabasqueño.
La poesía no sirve para nada, si de sobrevivir se trata. El pintor en cambio, como producto simbólico tangible, crea una mercancía. El poeta, si revisamos las historias de vida son precarios, modestos. Salvo rigurosas excepciones, de poetas oportunos.
Como el caso de Octavio Paz, deben sus ingresos a sus relaciones por su talento. Octavio Paz fue conocido por el gran público mexicano a raíz de su renuncia a nuestra embajada en la India durante el Movimiento Estudiantil de 68. Paz, era hasta entonces conocido en un círculo de intelectuales y de
estudiantes, a pesar de que ya había sido laureado en Polonia y otros países.
El pintor tiene un producto vendible, el poeta un suspiro de existencias.




