7 diciembre, 2025

7 diciembre, 2025

Nacadas de un subsecretario

El Patinadero

El alto funcionario se puso rojo, acababa de salir de su oficina y la escena que observó no le gustó nada y una ola de pensamientos lo asalta por completo.

En su imaginación se vinieron una serie de escenas que lo atormentan desde niño y hoy que lo vivía no podía soportarlo y decidió poner un alto hoy que acababan de comenzar para que entendieran cuál sería el nuevo sello de esta administración estatal.

— Compañeras dejen ese teléfono, aquí no podrán usar el celular, no deberán de responder llamadas personales, ni de ninguna índole, al menos aquí en las oficinas. Los asuntos personales o privados serán de la puerta hacia afuera.

El subsecretario observó a las secretarias que lo veían sorprendidas y angustiadas, nadie les había hablado de esa manera, pero lo peor estaba por venir.

Una de las presentes tenía unos catálogos de Avon y Mary Kay sobre su escritorio, lo cual alteró todavía más al de por sí enojado funcionario:
—Qué bueno es ver esto y quiero decirles que aquí en la oficina no caben las nacadas esas de las ventas de cosméticos, colchas o lo que sea. Tampoco me gusta que pierdan el tiempo organizando tanditas o viendo el Facebook o lo que sea. Me gusta el orden y que se hagan las cosas a mi gusto y el que no entienda que se vaya y a mí las recomendaciones del Sindicato o de Derechos Humanos me vienen guangas.

Las empleadas sólo se veían unas a otras y pusieron cara de espanto cuando el funcionario tomó los muestrarios de Avón y Mary Kay y empezó a destrozarlos hoja por hoja los fue tirando al basurero. El trauma era muy grande.

Esos pedidos no llegarían, una mujer quedaría sin maquillarse y más de un caballero no recibiría la loción de Avón. Es para lo que les alcanza y la venta de productos lo hacen por necesidad y los que compran caen en la misma circunstancia, no tienen dólares para los perfumes en los Malls de Brownsville o McAllen, los lugares favoritos de los que hoy dominan la escena, después de todo la mayoría de quienes llegan son de la frontera.

El funcionario paseaba como león enjaulado en su pequeño reino, caminaba y veía cada uno de los rostros de sus nuevas colaboradoras, mientras escudriñaba los escritorios y cuando pensaban que ya era todo, faltaba lo peor por venir. Una de las más jóvenes tenía en un pequeño espacio un vaso con pepino, chile y limón para la dieta.

Al ver el pequeño vaso, el funcionario lo tomó con un enorme coraje y una vez más lo tiró en forma por demás grosera a la basura. Más de una empleada quiso llorar y otras no se quedaron con las ganas de reclamar y se hizo una discusión en las oficinas.

El regaño es la comidilla del día en la Secretaría, donde todas están advertidas ya no se permite el celular, menos la vendimia de Avón, ni tampoco que lleve su pepino o su torta de jamón. Todas esas nacadas de la burocracia deben ser desterradas de las oficinas de Gobierno, donde los nuevos mandos
establecen las nuevas reglas.

Quien no entienda corre el riesgo de que las hojas de su muestrario o su lonche terminen despedazados en la basura por el terrible enojo del nuevo Mussolini.

 El espíritu nazi ronda en una de las oficinas de Gobierno, ojalá y no reine el sentimiento de la intolerancia en todos los pisos y este sea sólo un caso excepcional, sobre todo en esa oficina donde la mayoría votaron por los vientos de cambio.

Las meten al orden y los cambios de piel siempre son dolorosos, si las víboras de cascabel hablaran seguramente lo dirían, pues les sangra hasta el alma.

Bueno, por hoy es todo.
Adiós y aguas con los patinazos…
Contacto:
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