* El autor es Premio Nacional de Periodismo 2016.
De acuerdo a la más reciente encuesta del INEGI, ocho de cada diez mexicanos nos sentimos inseguros y no puede ser invento cuando está científicamente comprobado que los esfuerzos de las autoridades para contrarrestar el miedo social han resultado un fracaso. Eso sí, se han invertido miles de millones de pesos y pareciera que estamos como al principio o peor. De otra forma no existiría la situación dada a conocer por dicho órgano oficial. En este sentido el ejemplo de Tamaulipas es muy evidente y origina la interrogante, ¿dónde quedó el dinero?.
El resultado de la señalada encuesta abona en cierta forma el llamado del senador Jorge Luis Preciado en cuanto a la necesidad de que los nacionales posean armas en sus domicilios, vehículos y negocios. Usted dirá que el artículo diez constitucional ya observa el primero de los casos. Es decir que cualquier ciudadano puede contar con una arma en su hogar mediante el registro previo ante SEDENA, salvo las reservadas para uso exclusivo del Ejército, Armada, Fuerza Aérea y Guardia Nacional. Se trata de legítima defensa en lo personal, su familia y bienes.
Está claro que la iniciativa del legislador Preciado no prosperará, sin embargo el asunto bien que sirve como uno más de los utilizados por los grupos de interés para desviar la atención sobre la problemática sustancial de la república que incluye el disparo de la inflación, el encarecimiento del dinero por parte del Banco de México incrementando bárbaramente las tasas de interés o el virtual ahorcamiento de los estados, especialmente los que cuentan con autoridades de oposición, promovido por la Secretaría de Hacienda cuyo titular insiste en convertirse en el villano de la película antes de candidato presidencial.
Lo cierto es que la sola mención de que los mexicas podríamos poseer armas en domicilios, vehículos y negocios ha provocado un señor escándalo digno de reflexionar. Aceptemos por lo pronto que es un tema distractor, pero ojo que el asunto va más allá porque desde el punto de vista político implica extremo peligro para el supremo gobierno.
No es lo mismo que miles salgan a la calle a protestar sólo de palabra a que por efectos de la indignación o “el mal humor social”, se filtren y utilicen armas. El escribidor está cierto de que las autoridades temen a una rebelión social de proporciones no imaginadas. Este es el verdadero origen a la prohibición de que la ciudadanía ejerza a plenitud su derecho a su legítima defensa.
Uno de los argumentos oficiales para evitar que la población se arme es que se incrementaría la violencia. ¿Maaaas?, después de que medios de comunicación y redes sociales sorprenden cada vez con mayor frecuencia con el incremento de delitos de todo tipo, colores y sabores. En este sentido el escribidor recuerda que en los años sesentas se podían comprar armas sin restricción en negocios autorizados y entonces todavía éramos una sociedad feliz.
Al margen de todo, la polémica sobre el tema está en su mero punto. Hay que ver cuánto dura y estar atentos sobre el siguiente escándalo digno de distraer al respetable público.
¿Brujería?, ¿mala suerte?
Una especie de maldición gitana pesa sobre la capital del estado desde hace muchos años. Los victorenses recuerdan que el último en revitalizar la ciudad fue el gobernador Enrique Cárdenas González, después nada, nadita de nada. No existen obras que dignifiquen su categoría, en tanto su crecimiento sigue siendo caótico y por lo mismo carente de servicios primarios. Y del transporte público ni se diga porque es una verdadera vergüenza.
Como si el desarrollo “pasara por un ladito” sin atreverse a entrar considerando que buena parte de sus calles lucen como si recién hubieran sido bombardeadas. Y desde luego el desorden vial, (infestado de vehículos de contrabando) está acorde con el atraso urbano observado en todos los sentidos, exceptuando desde luego, los exclusivos y lujosos fraccionamientos habitados por exitosos políticos, funcionarios o ex funcionarios. Y “lo más pior” es que no hay esperanza de que el hechizo termine en el futuro inmediato…Por cierto, qué pena que las autoridades hayan olvidado que la capital de Tamaulipas cumplió 266 años de su fundación el 10 de octubre anterior. ¡Hasta en eso tiene mala suerte!.
Sucede que
Según amplia difusión mediática, Ramón Garza Barrios aparece como el primer “nominado” por el nuevo sexenio en razón de una investigación que desde hace tres años sigue los pasos de la gestión del ex alcalde de Nuevo Laredo. Ojo porque al parecer están “en lista de espera” cuando menos tres ex alcaldes de otros tantos importantes municipios. Eso sí, democráticamente repartidos: uno del sur, otro del centro y el último del norte, además de Garza Barrios, desde luego.
Y hasta la próxima.