LO CLARO. Alguna vez, dijo el dramaturgo Shakespeare “nada es totalmente bueno ni totalmente malo”.
La referencia, en mención a los escenarios trágicos que proponen en el tinglado, que México atraviesa situaciones complejas de subsistencia. Y que sus ciudades, peor aún.
Específicamente Tamaulipas y el embate que ahuyenta la visita de extranjeros y hace más austera la posibilidad de atracción de inversiones.
En contraparte, los calificativos que entronizan a los mejores lugares para vivir dentro de los más de 2 mil 500 municipios que conformamos la geografía nacional, son encumbrados mediante sendos análisis e índices de medición que llevan a efecto firmas especializadas en la sensación de bienestar de sus pobladores.
Hacen lo propio, con los peores lugares para el desarrollo humano.
De esta medición, Nuevo Laredo, Tamaulipas, ocupa por tercer año consecutivo el primer lugar del país, como la mejor ciudad en calidad y calidez humana. Con un calificativo de 8.7, donde resalta la generación de empleos y la seguridad.
“Las ciudades más habitables de México 2016” es la encuesta realizada por el Gabinete de Comunicación Estratégica GCE y coloca a Tuxtla Gtz. Chiapas –y su alcalde- como la peor ciudad y el peor alcalde. Cerquita del de Chiapas, Mancera pisando los talones. Carlos Cantú Rosas –que gobernara Nuevo Laredo en 2014-16- se lleva las palmas, posicionando a la fronteriza ciudad como un lugar atractivo a la inversión y al desarrollo de sus pobladores.
LO CLAROSCURO. En contraste.
Luis Videgaray, en funciones de tesorero de la nación, anunció a voz en cuello su beneplácito por el aumento sustancial en el ingreso a las arcas de recursos suficientes que le garantizarán el gasto público. Con excedentes.
Y no, no provenían de la venta de hidrocarburos, principal fuente de ingresos del presupuesto federal.
Tales emolumentos, tenían como origen, el incremento especulativo a las recaudaciones fiscales a los contribuyentes.
Usted recordará que la entonces llamada reforma hacendaria, resultó –por órdenes del ministro- en una reforma fiscal de índole recaudatorio.
¿De dónde se allegaban esos ingresos extra, que aplaudía a rabiar Videgaray, pues le facultaba al ejecutivo para hacer más infraestructura y mayor gasto corriente público? Sí. De los mismos contribuyentes.
Hoy, la mención es diferente –pero igual-.
“La liberación del precio de los combustibles, dinamizará a la alza las percepciones que Hacienda recibe por mayores ingresos tributarios en 2017”.
Es el sentir de los analistas, que prevén un escenario que favorecerá a las arcas federales, al eliminar subsidios y por conceptos tales como incrementos al IEPS Impuesto Especial sobre Producción y Servicios.
Además, la Premium considera un incremento inflacionario de impuestos del 32% actual, al 37%. Y la Magna, del 38% de hoy, al 43% en 2017.
Entonces, la Magna que se encuentra en 13.98 pesos por litro, estará en 15.17 amaneciendo enero. La Premium, de 14.81 a 16.09.
Sin embargo, sus costos reales seguirán exactamente igual: 6.84 Magna y 7.41 Premium.
Habremos de entender en primer lugar, que como dicen nuestras autoridades “sólo se afectan los que tienen coche, que son una minoría”. Es de juzgar claramente, que la leche, el huevo y demás productos que transportan a las tiendas, van en burro. Y que trasladarse al trabajo, deberá ser considerable hacerlo en escoba.
Por todo lo anterior, podría quedar la duda en el aire. ¿De dónde suponen las autoridades hacendarias, saldrá el dinero resultante del incremento porcentual que deciden, deberá ser integrado por consumo de hidrocarburos?
Quizá especule. Pero creo que la respuesta es ¡de los mismos!
Será entonces, una última consideración. En el siguiente informe hacendario, ¿dirá la autoridad que se encuentra en superávit fiscal, gracias a los inteligentes planteamientos recaudatorios?
COLOFÓN. Winston Churchill, era temido por sus sarcásticos comentarios. Aquí un ejemplo “Una nación que intente prosperar a base de impuestos, es como un hombre con los pies en un cubo (cubeta) tratando de levantarse, tirando del asa”. Ni más…ni menos.
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